La gerencia estratégica, que también se conoce como
dirección estratégica o planificación estratégica, entre otras denominaciones (González
et al., 2019), es un proceso lógico y
secuencial que posibilita la selección de estrategias racionales (Garrido,
2006). La misma requiere del análisis integral de la organización, que permita
la adopción de una visión amplia de la misma y de su relación con el entorno. Esta,
exige a los directivos de la empresa asumir un modelo mental que facilite comprender
las perspectivas internas y externas, así como el futuro factible que desean
alcanzar. Dicha gestión es fundamental debido a que define el direccionamiento
del negocio en el tiempo y posibilita la toma de decisión informada, basado en
conocimiento (González et al., 2019). Todo ello se traduce en una posición racional
para la gestión de negocio. Como consecuencia, se busca la maximización de los resultados con el
uso inteligente de recursos escasos.
Con la gestión estratégica se trata de hacer lo correcto en el momento preciso. Contar con un marco estratégico seguramente no asegura el éxito de las empresas, la mayoría tiene el suyo, aunque sea en papel y no la ejecuten del todo. Sin embargo, lo que sí es seguro que carecer del mismo si posibilita un probable fracaso, sea este más temprano que tarde. La idea es valerse de una accionar superior, más inteligente y adaptada a la realidad interna y externa que envuelve a la organización. Los negocios se enfrentan a otros para ganar mercado, ser más rentables, sobrevivir y crecer. Entonces, al ser una competencia constante, una batalla que se desarrolla en un campo lleno de incertidumbre el diseño de planes estratégico es un requisito fundamental para tener posibilidades de tener éxito y lograr los objetivos que se plantean en el mediano y largo plazo. La creación de estrategia ayuda a pensar y a crear escenarios posibles que responden a determinados tipos de acciones. Es una forma de utilizar la inteligencia de la compañía. Por tanto, es un esfuerzo intelectual que vale la pena realizar.
Alguien comentó alguna vez que Séneca
decía: “Ningún viento es favorable para quien no sabe a dónde va”. Ello es
cierto, sin estrategia cualquier acción inmediata que tome la empresa la
llevará a alguna parte, incluso a la quiebra. Justamente, la gestión
estratégica lo que pretende es direccionar el andar de la organización a un
destino previsible, a la cual ella desea llegar. Es un modo de gestionar la
incertidumbre y minimizar los riesgos a un nivel aceptable. Esta es la manera
de construir el camino a recorrer con el uso de herramientas inteligentes, que
se fundamentan en el conocimiento, la previsión y la toma decisiones tempranas.
Es ser proactivos y contar con la madurez y seriedad que implica asumir el futuro
con responsabilidad, sabiendo que el mismo siempre llegará, aunque no se haga
nada. Es mejor prepararse para ese acontecimiento. Todo directivo racional cree
en las estrategias como forma de administrar cualquier negocio. Ello, a pesar, de que algunos asuman que es una pérdida de tiempo y que se puede gestionar sin
previsiones que permitan la proactividad ante un mundo lleno de posibilidades e
imprevistos.
El uso de la estrategia implica
que la empresa cuente con una visión que señale a dónde quiere llegar. Señala
esa realidad utópica que motiva al logro corporativo. Una misión que señale quién
es y qué debe hacer para cumplir su visión. Incluye unos objetivos, un diseño
de estrategias y sus acciones operativas. Así mismo, expone la implantación o
ejecución, el seguimiento y control y todo lo demás que obliga a generar metas
cuantificables e indicadores que permitan medir los resultados de gestión. Al
final, si el proceso se lleva a cabo de forma correcta la visión estará cada
vez más cerca.
De acuerdo con Julián Villalba
(2002), la formulación de estrategia consta de al menos cuatro dimensiones:
Ámbito: lo
representa el mercado, los clientes, el entorno como tal. Se requiere conocerlo
en profundidad, de la forma más detallada posible. De aquí se conocen las
oportunidades y las amenazas que posee la empresa y que le permite competir.
Sinergia: es la
complementariedad que se puede establecer entre la estrategia y los componentes
de la organización.
Ventaja
competitiva: se refiere al conjunto de atributos con los
cuales cuenta la empresa que la distingue o diferencia de sus competidores, que
además es percibido como tal por los clientes. Es aquello en lo cual la
organización es buena, mejor o superior. Además, es sostenible cuando esa
ventaja es difícil de copiar o igualar. Esas ventajas pueden ser de costo o de
valor. La primera se asocia a los menores costos, la otra a la percepción del
producto o servicio por parte del cliente.
Recursos: es la
disponibilidad financiera, de personal, tecnológica, entre otros. Esta resulta
en parte de las fortalezas internas de la empresa. La carencia de algunas de
ellas representa parte importante de las debilidades estratégicas.
Al mismo tiempo, según la publicación de Harvard
Business Essentials (2005), en el proceso de gestión estratégica ocurren dos
etapas bien diferenciadas. La primera, en la que se desarrolla el PENSAMIENTO ESTRATÉGICO, con el que se
busca la creación y diseño de las estrategias empresariales. En la otra, sucede
la implantación de lo que se pensó con anterioridad. Es la fase de los hechos, de
la ejecución, de la puesta en práctica. Instancia de la organización, de su
gente, su cultura, motivación y aceptación.
En el proceso lógico de la
estructuración de estrategia esta sucede en varias etapas. En principio se debe
realizar una auditoría estratégica interna que permita constatar las fortalezas
y debilidades de la organización. Se verifican recursos, procesos, personal,
cultura, clima organizacional, estructura, liderazgo, cohesión, entre otros
aspectos. En paralelo se debe efectuar una auditoría externa que permita
encontrar oportunidades y detectar amenazas del entorno (David, 1988; Rampersad,
2004; Garrido, 2006; Wheelen y Hunger, 2007). Aquí es muy útil la aplicación de
las herramientas de análisis que ofrece el modelo de las cinco fuerzas de Porter.
De igual modo, se pretende comprender a la competencia, los clientes, los
proveedores, los productos y/o servicios que compiten contra la que ofrecen las
demás empresas. En esta instancia se puede utilizar la herramienta PESTEL para analizar los factores
políticos, económicos, sociales, tecnológicos, ecológicos y legales que pueden
influir en la gestión estratégica de la organización. Con estas dos acciones se
llega al análisis ambiental, que
es el proceso de recolección de información que posibilita el conocimiento del
medio ambiente externo.
Con el conocimiento de los
factores internos y externos, es posible el uso de diversas herramientas de
análisis que facilitan la comprensión de las variables que pueden afectar a la
empresa y a sus potenciales estrategias. Una de esos recursos es la matriz FODA
(Fortaleza, Oportunidades, Debilidades y Amenazas).
Con la información recopilada se realiza el diseño
y formulación de estrategias en función a los objetivos de la organización. El
diseño y formulación de estrategia se debe plasmar en algún tipo de documento
que formalice el proceso y permita ser un medio de comunicación, que se
requiere para su implantación y seguimiento. Dicho documento se conoce como PLAN DE NEGOCIOS. Este es un documento
por medio del cual se establecen los lineamientos estratégicos de la gestión
que debe realizar una empresa en un período dado. Es una herramienta que
permite la racionalización en cuanto a las propuestas para el manejo eficiente
de los recursos en todas sus dimensiones, además posibilita señalar las
condiciones y las exigencias que el entorno presenta y cómo enfrentarlas de un
modo tal que sea posible minimizar los riesgos que ello implica.
Adicionalmente, es útil para guiar la creación y la factibilidad de nuevas
unidades de negocios, debido a que analiza los elementos claves que pueden
demostrar la posibilidad de supervivencia de dicha iniciativa empresarial.
La formulación de estrategias en
función a la realidad de cada compañía siempre dependerá de las oportunidades
que su entorno le ofrezca y de sus fortalezas. Sin embargo, las mismas se
encontrarán influenciadas por las amenazas que existan en el mercado y
limitadas por sus debilidades. Por tanto, la formulación de las estrategias será
un trabajo creativo y activo, que dependerá de un profundo análisis de información y una
adecuada toma de decisión gerencial. De ello lo relevante del pensamiento
estratégico y de la auditoria estratégica. Es importante en esta instancia
tener presente y entender los diferentes MODELOS
ESTRATÉGICOS que existen y que se adecuan mejor a la entidad.
A todo esto, le sigue la implantación
de las estrategias. Luego del diseño y estructuración de las estrategias
corresponde su puesta en ejecución. Con ello se ponen en marcha las acciones
pertinentes para lograr la visión y los objetivos, por medio del cumplimiento
de la misión de la empresa. En tal sentido, se establecen acciones de corto
plazo, conocidas generalmente como tácticas. Se diseñan los planes operativos que
traducen en procedimiento, actividades y tareas el plan estratégico como tal. En
dichos planes se detallan metas, indicadores de gestión o medidas de
rendimientos, así como acciones específicas, con distintos niveles de
responsabilidad. Se configuran programas y proyectos que coadyuvan al logro de
los objetivos, por medio de la realización de estrategias. Todo esto se
acompaña con presupuestos para estimar el uso de los recursos necesarios. A
esta puesta en marcha lo transversaliza el control como función administrativa.
Ello se exige para constatar que tan cerca se encuentra la gestión de lo que se
planificó y qué medidas se deben tomar para corregir posibles desviaciones. En
este escenario juega un papel relevante el control de gestión, así como el diseño
de los controles internos que permita la disminución de los riesgos en general
y operativos, en particular.
Siendo reiterativo, la
implantación de las estrategias exige que las mismas sean monitoreadas de forma
contante. Ello con el propósito de verificar y controlar que se cumple con el
plan y que se sigue el rumbo deseado. De existir desviaciones se deben analizar
las razones y corregir de ser el caso. Puede suceder, en ocasiones, que existan
problemas en el diseño previo de las estrategias que su puesta en marcha
demuestra en la práctica. Dicha situación exige reformular o replantear el
proceso de gestión. Entonces, el sistema de control estratégico requiere de
mecanismos de seguimiento constante que permita asegurar el cumplimiento de lo
pautado en el plan y que coadyuve a logros de los objetivos y metas. Este es un
medio que permita corregir y tomar decisiones oportunas.
Para la implantación exitosa de
las estrategias se necesita que la organización cuente con un diseño que posibilite
que esta se alinee con las acciones que se deben tomar para el logro de los
objetivos. Por tanto, el diseño debe seguir las estrategias. El modelo
específico de la estructura organizacional se debe enfocar en la naturaleza
propia de las estrategias de la empresa. El manejo de la firma por funciones,
divisiones, por responsabilidad geográfica, por productos, entre otras; debe
supeditarse a los tipos de estrategias que se utilizan para el logro de los
objetivos y metas. Algunos diseños responden mejor que otros. Ello es una
decisión de la alta gerencia que es vital para el éxito de la implantación y
que forma parte de la gestión estratégica que desarrollan los directivos. Aquí
se impone su habilidad para contar con una visión de largo plazo y con un
pensamiento estratégico que le posibilite el éxito en la escogencia de las
mejores opciones para la estabilidad y supervivencia del negocio.
En toda esta dinámica la culturaorganizacional juega un papel crucial para el éxito de la gestión estratégica. Esta
marca el modo de comportamiento de los miembros de la organización. En forma
agregada se debe buscar alinear la cultura de la empresa con las estrategias y
lo que se busca con ellas. Contar con valores, creencias, deseos compartidos,
así como con una visión de negocios de aceptación general facilita en gran
medida que los miembros de la organización se alineen con los intereses y
objetivos de la corporación. Todos remando al mismo destino.
En resumen, la gestión
estratégica va más allá de elaborar un plan por parte de la alta gerencia. Ello
es una formalidad importante, pero que en muchos casos queda como un detalle bibliográfico
que forma parte del acervo intelectual de la empresa. Es fundamental que esa intencionalidad,
que se plasma en un documento, se implante y ejecute de un modo eficiente por
el bien de la compañía. Esto último requiere del concurso de todos, de la
gestión inteligente de los que toman decisiones y de la aceptación de los
colaboradores. Es un trabajo diario que exige de una cultura y un clima organizacional
propicio, que efectivamente se traduzca en trabajo en equipo, que motive e
impulse el camino hacia el éxito.
Referencias
David, F. (1988). La gerencia estratégica. 9na reimpresión. Legis Editores, S.A.
Garrido Buj, S. (2006). Dirección estratégica. 2da. Ed. McGraw-Hill/Interamericana de España, S.A.U.
González, J., Salazar, F., Ortiz, R. y
Verdugo, D. (2019). Gerencia estratégica: herramienta para la toma de
decisiones en las organizaciones. Telos,
vol. 21, núm. 1, ISSN: 1317-0570
2343-5763. Redalyc:
https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=99357718032.
Harvard Business Essentials (2006). Estrategia.
Diseñe y ponga en práctica la mejor estrategia para su empresa. Una guía para
directivos ocupados. Enfoque y conceptos para avanzar. Barcelona, España:
Ediciones Deusto
Rampersad, H. (2004). Cuadro de mando
integral, personal y corporativo. Una revolución por resultado.
McGraw-Hill/Interamericana de España, S.A.U.
Villalba, J (2002). Menú Estratégico.
El arte de la guerra competitiva. Caracas. Ediciones IESA.
Wheelen, T. y Hunger, J. (2007). Administración estratégica y política de negocios. Conceptos y casos.
10ma ed. México: Pearson Educación
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