miércoles, 20 de agosto de 2014

Ética y la Moral. Importancia en el Ejercicio Contable



LA ÉTICA

 La ética ha sido vista por muchos como un campo reservados para las discusiones académicas de filósofos y teólogos. Sin embargo, la dimensión moral de la conducta humana ha sido estudiada por varias disciplinas como la psicología, la educación y la filosofía entre otras. Esto se debe al criterio compartido sobre el carácter racional de los humanos, su capacidad para reflexionar sobre aspectos esenciales de la vida haciendo distinciones entre el bien y el mal, en fin, su capacidad para vivir en función de unos valores que son los que precisamente nos distinguen del resto del reino animal.
El ser humano es un ente social, cuya forma cotidiana de vida exige el intercambio de acciones, que afectan de una forma u otra a los demás miembros del grupo, o lo grupos, con los cuales se interrelacionan. Estas acciones se circunscriben al comportamiento, a la manera de entender y de interpretar las circunstancias de los hechos a los cuales se responden. Además, está influenciado por el marco histórico, lo prejuicios y las alternativas que la sociedad ofrece a determinada circunstancia. Quiere decir esto, para tratar de ser más claro, que en algún momento o situación, un hacer o dejar de hacer, es aceptado, pero en otro no. Por ejemplo, en la época de la colonia tener a un ser humano como esclavo era un hecho aceptado por la sociedad, era más bien algo natural. Ello es inaceptable actualmente, y sería algo socialmente aborrecido. Sería visto como algo antiético e inmoral.
Antiético e inmoral, es contrario a la ética y a la moral, como es obvio. Pero, que son esos conceptos, cuál es su importancia, cómo afecta a la sociedad y a quienes aplica. Son muchas dudas que pueden surgir en un mundo cada vez más convulsionado.

Definición


En primer lugar, la ética es una disciplina de la filosofía, rama del conocimiento que intenta adentrase en los aspectos más relevantes del saber general humano. La ética también es conocida, siguiendo a Warburton (2000), como filosofía moral. Según Rojas (2005) ética se “deriva de éthos que significa costumbre” (p. 121). Es por ello que la ética es conocida como la ciencia de las costumbres, debido a que se deriva de la naturaleza del hombre y de los medios ordenados a conseguirlo, ya sea en razón del impulso motor de la conducta humana y de los actos que la determinan. Ese mismos autor aclara que “podemos, pues, decir, que la ética es el estudio racional y critico de los valores morales” (p. 122). La ética tiene que ver con los actos, el carácter, el comportamiento y la persona, como poseedor de los mismos. Su marco de estudio, además, tiene especial interés en el análisis de la bondad o la maldad, llevada a cabo por los seres humanos. Por su parte, Flores (2005), menciona que “la ética es la teoría o ciencia del comportamiento moral de los hombres en sociedad. Es la ciencia de la conducta humana” (p. 41). La ética es la ciencia y la moral es el objeto de estudio.
La ética es un hecho racional, debido a que se basa en la razón para la concepción de sus modelos de acción. El hacer el bien o el mal, como forma de comportamiento, depende de actos racionales; quienes los ejecutan están conscientes de sus actos y consecuencia, para ellos mismos y para con los otros.
La ética como ciencia, busca los conocimientos necesarios que permitan a los seres humanos la mejor elección de comportamiento con el propósito de preservar su estabilidad en sociedad, guiando o señalando el modo de cómo debe actuar, para alcanzar el bien, la felicidad y evitar la autodestrucción producto de actos alejados del sentido común. La ética de las guerras, en las profesiones, en la familia, como individuos, lo que intenta al final es que lo correcto se imponga. La ética en la guerra, por ejemplo, evita que un país lance una bomba atómica sobre otro, debido a que impone restricciones morales que frenar ese acto irracional.
En el ámbito profesional, la ética se encarga estudiar la conducta de los seres humanos, en cuanto a las profesiones que ejercen, y cuál debe ser su forma de actuar de manera tal que hagan lo correcto en lo que respecta a su relación con las empresas o personas a las cuales prestan su apoyo, y ofrecen sus conocimientos y habilidades.

Teorías éticas


La ética es una disciplina filosófica que se ocupa de la fundamentación de las normas morales que rigen las acciones humanas y que intenta identificar el valor del bien, su naturaleza y su relación con otras virtudes. La ética es distinta a la moral, debido a que aquella se encarga de estudiar a esta última. La moral, en resumida cuenta son las normas que rigen la conducta.
Existen varias teorías éticas que han sido desarrolladas a lo largo de la historia. Algunas de ellas son: la tradición aristotélica, la hedonista, la kantiana, la dialógica y el pluralismo ético. A continuación explican brevemente cada una de ellas.
La tradición aristotélica expresa que el principal propósito del hombre es alcanzar su felicidad. Para esta, la ética es una reflexión de la acción humana en la búsqueda de la felicidad, a través del desarrollo de las virtudes morales y los hábitos. La vida en su praxi, en su accionar debe regirse por la prudencia.
La virtud no es innata, es producto de la educación. Proviene del resultado de un proceso constante. Un acto es bueno cuando conduce al bienestar del ser humano. A su vez, el bien conduce a la felicidad y ésta es producto de la sabiduría y de los buenos hábitos, que son el equilibrio de los vértices de perfección entre los excesos y defectos.
La tradición hedonista, parte de Epicuro de Samos. Esta corriente establece que el móvil del comportamiento humano es el placer o goce, que produce la felicidad. El hedonismo se basa en el individualismo. Esta corriente se opone a la aristotélica porque concibe la felicidad como placer sensible.
El utilitarismo, constituye una forma renovada del hedonismo, pero ahora aparece en el mundo moderno de la mano de autores anglosajones y adopta un carácter social del que aquel carecía. El utilitarismo puede considerarse hedonista debido a que afirma que los que mueve a los seres humanos en su accionar es la búsqueda del placer, pero considera que todos tienen unos sentimientos sociales entre los que destacan el de la simpatía, que lleva a caer en cuenta de que los demás también desean alcanzar el mencionado placer. El fin de la moral es, por tanto, alcanzar la máxima felicidad, es decir, el mayor placer para el mayor número de personas. Se observa en esta corriente, que se deja de lado el impacto de la ética en el sentido individual y pasa al hecho colectivo. Una acción ética es aquella que trae beneficio a la mayoría de las personas involucradas, mientras que la acción moral es juzgada por sus consecuencias, siendo la mejor la que trae menos costos y mas beneficios a los que estén relacionados.
El consecuencialismo, derivada del utilitarismo, y se basa el hecho de que las acciones humana, cualquiera, se justifica si con ella se optimizan los resultados del bien. Significa, que es válido decir “que los fines justifican los medios”. Por ejemplo, bajo esta corriente ética, es moralmente aceptable experimentar con un grupo de enfermos mentales nuevos tratamiento médicos, que pueden ser mortales, pero ello permitiría desarrollar medicamentos que salvaría la vida de millones de personas. Aquí el principio de utilidad anula cualquier otro principio ético. Al ser humano que desee alcanzar sus fines, su felicidad, le está permitido todo, se miden la consecuencia, lo útil que esta pueda ser.
Con respecto a esta corriente, Ayllón (2006) reflexiona, crudamente, lo siguiente:
Todas las acciones serán evaluadas en función de sus consecuencias. Y si estas consecuencias han de ser favorables para la felicidad general, esas acciones –sea la ejecución de inocentes, o el asesinato y violación de niños- estarían justificadas. El consecuencialismo se convierte así en la justificación fácil que permite comenzar cualquier guerra. Es la justificación de las bombas sobre Hirosima y Nagasaki, por que –como se ha dicho- abrasar a cientos de miles de japoneses evitó una guerra supuestamente interminable, con innumerables bajas en el bando contrario. (p. 106).
La ética kantiana, desarrollada por el filósofo Alemán Emmanuel Kant (1724-1804), establece que la ética debe ser formal, es decir racional y universal. A esta corriente se le conoce como ontológica del deber. El mencionado autor, habla de tres (3) tipos de acciones, las cuales son: contrarías al deber; las conformes al deber y las acciones por deber. Estas últimas poseen valor moral, debido a que parte de una máxima que es el imperativo categórico, las cuales debe ejecutarse a toda costa y resulta en una regla para medir los actos humanos. Un ejemplo de un imperativo categórico es “no robar”, “no matar”, ello debe cumplirse en cualquier lugar, o momento. Los seres humanos están obligados a respetar esas reglas como parte del deber moral. Rodriguez (2005) establece que esta tradición contribuyo “positivamente al desarrollo de un entendimiento ético de las obligaciones. Sus contribuciones más importantes podrían resumirse en dos: primero, que las personas deben ser tratadas como fines…; segundo, el principio del respecto por la dignidad del ser humano.” (p. 29). Entender al ser humano como el centro de lo ético y objeto de la moral, es fundamental para el desarrollo del mismo.
La ética dialógica, que surge en la década de 1970, sostiene que las normas morales son acuerdo basado en el diálogo y la argumentación. Prado (2001), menciona que “la ética discursiva es una ética ´procedimental` que no reflexiona sobre contenido morales –como haría la ética material-, sino acerca de los procedimientos mediante los cuales podemos declara qué normas surgidas de la vida cotidiana son correcta” (p. 26). Esta corriente se basa en el hecho comunicativo para justificar un principio universal, el entendimiento lingüístico como forma de intercambio social entre los seres humanos. En este sentido Boladera (1993), menciona que” los juicios morales explican cómo se puede resolver los conflictos de acción a partir de una comprensión racionalmente motivada.” (p. 147). Esa motivación racional viene dada por la construcción del diálogo entre las partes.
El pluralismo ético tiene que ver con la idea asociada al pluralismo ideológico, el cual establece lo beneficio de la coexistencia de diversas convicciones éticas. Con respecto a este tema Hostal (1990), expresa que “el pluralismo ético tiene su raíz en la pluralidad del sujeto ético: nadie puede sustituir a otro en la tarea de vivir éticamente” (p. 32). Este mismos autor, entiende al pluralismo ético como “el ejercicio ético en el que se asume la existencia de diferentes sistemas morales en conflicto, para resolver dilemas morales” (p. 218). La intolerancia, como antivalor que explica la falta de aceptación de las ideas de otro, cuando son diferentes a las propias, es per se contrario a la naturaleza del comportamiento ético y moral del ser humano.
Revisando algunas corrientes o tradiciones éticas, se puede concluir que la ética, como es rama de la filosofía que estudia el comportamiento o conducta del ser humano, encaminada hacia el bien, y es de especial importancia para comprender las razones por la cuales los miembros de la sociedad actúan de la forma como lo hacen y cuáles son elementos reguladores de sus acciones, que permiten limitar los elementos autodestructivos de sus actos.
La ética es un conocimiento de la conducta propia dirigida a orientar la actividad humana hacia el bien, evitando la destrucción. Por tanto, la ética es la ciencia de las acciones humanas. Cada una de las tradiciones analizadas intenta, desde su perspectiva, explicar diferentes modelos ético que explican el comportamiento humano, en el marco de si fines.

La ética y el bien

 La ética es la ciencia de la conducta, como lo define Ángel Martín (2009). O como exactamente señala este autor: “La Ética tiene por objeto el estudio y el análisis de la moral. La Ética no hace ni predetermina la moral: se hace a partir de la moral, surge del análisis y reflexión sobre la praxis…” (p. 21). Se entiende entonces que la ética es distinta a la moral, la primera es la ciencia, la teoría, la segunda es la práctica el objeto de esa ciencia.
La ética se encuentra asociada a un elemento fundamental que la define y es el “Bien”. ¿Qué es ser bueno o malo?, ¿cuando un acto es bueno o malo? Mentir, por ejemplo, ¿siempre es malo? Si un desconocido se encuentra contigo en una esquina, y viene huyendo de un asesino con un cuchillo, y se escabulle por una calle a la derecha, luego el asesino te aborda y pregunta por dónde se ha ido la persona que encontraste un minuto antes, ¿Qué harías? ¿Le dirías la verdad, porque mentir es malo?, o ¿Le dirías que se fue por la izquierda y con ello le salvarías la vida? ¿Sería en ese caso malo mentir, o sería bueno? Entonces, ¿Qué es el bien?
De acuerdo a Marinoff (2007), la filosofía occidental propone tres perspectivas de análisis de esta interrogante. La primera el naturalismos, otra, el antinaturalismo y la última, la ética de la virtud.
Explica el autor antes mencionado que “el primer naturalista fue Platón. Fundó la tradición idealista, que sostiene la existencia de una Forma universal, que es la Bondad. Para Platón, una Forma es una idea, no cosa material, aunque no por ello menos real” (p. 240). Este filósofo griego hace una diferenciación del mundo de las apariencias y el mundo de las ideas. Las cosas materiales, son copias defectuosas de las ideas, que son perfectas. La bondad, el bien proviene del mundo de las ideas, por tanto los seres morales deben copiar lo mejor posible ese ideal de bondad. La adquisición de conocimiento, bajo la concepción platónica, es el mecanismo más apropiado para que la copia del ideal de bondad sea cada vez más exacta.
Platón, pensaba que el conocimiento ético era parte de un proceso de aprendizaje, por lo cual la bondad, la moral y el bien, no era un hecho innato, sino que se adquirían por medio de la formación.
Por su parte, el antinaturalismo, siguiendo a Marinoff (2007), afirma que en la naturaleza no hay nada que sea bueno o malo. Esta corriente establece que no existen valores universales y que el bien o el mal, son nombres que se dan a las cosas. Este autor expresa que
La moralidad, en la práctica, es limitada, personal y subjetiva. No hay dos personas que se muestren completamente de acuerdo en las reglas básicas, lo cual explica que entremos en conflictos con tanta facilidad. (p. 242)
Una tercera forma de entender el “Bien” es la conocida “Ética de la Virtud” de Aristóteles. Esta señala que la bondad es producto de las virtudes. Si se enseñan las virtudes a los seres humanos, estos serán buenos. Por tanto, el bien se asocia a la virtud. Una persona carente de virtud, jamás podrá ser bueno, o mostrar bondad verdadera.

Elementos constitutivos de la ética profesional

La adquisición de un título universitario es el fruto de varios años de esfuerzo a la obtención de conocimientos, habilidades y valores especificaos de una disciplina. Este tiempo invertido para adquirir conocimientos específicos distinguen a los profesionales con respecto al resto de los ciudadanos. Por ello un arquitecto no puede recetar medicinas a un enfermo, ni un contador podrá planificar la construcción de una obre de ingeniería. Lo adquirido en los estudios universitarios distinguen a los profesionales aunque el fin último de todas las profesiones, entre ella la del contador es la de servir a la sociedad.
Desde el propio momento en que se recibe el título universitario se jura cumplir los deberes inherentes a cada profesión. En ningún acto académico se resalta los derechos que tienen los profesionales, puesto que precisamente lo que adquiere todo egresado universitario es un compromiso; de allí el carácter deontológico de la ética profesional. En este sentido se puede afirmar que el primer deber que posee todo profesional está vinculado con el correcto ejercicio de sus labores, significa que sea competente en lo que hace, situación que redunda en el beneficio del colectivo.
Un segundo aspecto vinculado con la ética profesional está asociado el concepto de autonomía moral. Al igual que el comportamiento moral de las personas debe ser consecuencia de un proceso de reflexión individual y no es producto del temor o complacencia con una determinada tradición de una sociedad, se espera que los profesionales apliquen este mismo principio en contextos particulares donde ejerzan sus funciones de trabajo. Todo profesional enfrenta en diversas oportunidades de su vida dilemas éticos vinculados con su trabajo, los cuales ameritan la toma de decisiones oportuna y autónomas como parte del comportamiento mínimo que exige la ética profesional.
Tomar decisiones en función a lo lucrativo de la actividad profesional y no de acuerdo a lo que es exigido por la profesión impide el correcto cumplimiento de los deberes profesionales. Ellos es fundamental tenerlo presente el Contador Público, más en esta época en la cual la “Contabilidad Creativa” está cada vez más en boga en el campo empresarial. La profesión contable debe ceñirse a la ética y a la moral, debido a que el resultado final de esta actividad es información que terceros deben utilizar para la toma de decisión, la cual debe estar basada en la verdad.
La autonomía profesional, asociada a la libertad (la libertad permita ser autónomo), requiere de elevados niveles de solidez ética. Un profesional cuya autonomía se vea amenazada tendrá dificultad para decidir qué hacer o no, lo que pudiera arrastrarlo, por necesidades básicas, a estar de lado de lo incorrecto, de lo injusto. Por tanto, autonomía, liberta y ética, están de la mano.
Otro aspecto importante a tener en cuenta en el desarrollo de la ética profesional es la vinculación de la misma con la sociedad. La ética no debe ser vista en una esfera ajena a la vida cotidiana. Por supuesto, esto no niega el carácter su reflexivo y filosófico, pero poco serviría a los seres humanos, y mucho menos en su dimensión profesional, si las disertaciones sobre el tema no fuesen aplicable en al contexto social. Es imprescindible tener presente que el compromiso social del ejercicio profesional amplia la visión sobre las funciones que cada individuo debe cumplir en la sociedad. Pensar que el profesional de la Contaduría Pública solo debe responder a un conjunto de leyes, normas y principios que le son propios, puede resultar en una situación en la cual si aporte social se vea minimizado a ser un operador egocéntrico y egoísta, meramente pragmático. Sobre este aspecto menciona Hortal (2007):
Las profesiones, y con ellas la ética profesional, corren el peligro de constituir un espacio segregado, alejado de las necesidades sociales, para crear un mundo planamente autónomo, al margen de los que la sociedad necesita de ellas, o de la escases de recursos con que cuenta para financiar sus actividades (p. 35)
Los mecanismos de implantación de los códigos de ética profesional si bien son importantes, distan de ser suficiente. Ellos pueden ser violados por profesionales cuya estructura ética y moral no estén suficientemente amalgamadas. Ello se comenta, con el propósito de no hacerse falsas expectativas con esto instrumentos normativos de la sociedad moderna. Siempre la reflexión filosófica, moral y espiritual será fundamental para alcanzar el objetivo del hombre (y mujeres), el profesional y la sociedad ética.

La moral


Un concepto íntimamente relacionado con la ética es la moral. Esta, de acuerdo a Gálvez (2007), citando a Paul Faulquié “…es la teoría razonada del bien y del mal” (p. 17). El mencionado autor señala que la moral es un hecho normativo, debido a que establece las normas que aclaran lo que resulta bueno y lo que es malo, en el comportamiento humano en sociedad. La moral permite determinar lo que se debe hacer y lo que no; lo permitido y lo prohibido, desde la perspectiva del fenómeno social. La moralidad, por tanto divide los actos en buenos y malos.
La moral establece las reglas y principios que deben seguirse y por los cuales se juzga a un individuo. Por tanto, la moral orienta la conducta del ser humano de forma directa, debido a que establece los puntos de perspectiva que permiten determinar, en circunstancias cotidianas, que acciones son buenas, malas, correctas o incorrectas y cual es el impacto de las mismas. Por ejemplo, un Contador Públicos, ante la posibilidad de aplicar elementos de la contabilidad creativa, está en capacidad de evaluar, desde el foco moral, hasta que punto ello es correcto para los usuarios que requieren el manejo de la información que él suministra.
Al igual que la ética, la moral parte de la premisa básica de la racionalidad. Esas reglas y principios están íntimamente relacionados con las costumbres y la conducta que los seres humanos tienen en sociedad. El autor Ángel Martín (2009), señala que “la moral como un sistema de normas, preceptos y deberes que regulan los actos humanos individuales y sociales en función de la bondad o malicia de los mismos” (p. 21). La moral por tanto, es un hecho fundamental para la vida en sociedad, debido a que ella crea el marco de tolerancia que hace posible la concertación las condiciones mínimas de aceptación del otro. Las normas, leyes, costumbres y respeto, son elementos fundamentales de la moral.
La moral, como lo menciona Loada (2006), es el “arte de vivir”. Para este autor, la moral es un arte, distinto a la ética que se define como una ciencia, la que estudia el comportamiento. El arte se puede definir como “el conjunto de conocimientos teóricos y técnicos, las experiencias y las destrezas que son necesarias para desempeñar con maestrías una actividad” (Loada, 2006: p. 17). La moral, busca que el ser humano cumpla con principios básicos que le permitan vivir bien, en armonía, en equilibrio, tanto físico como espiritual. Que tenga su “conciencia tranquila”. Por medio de la moral es posible tener el conocimiento necesario para saber que hacer o evitar de forma inteligente, que permita a los seres humanos conservarse y vivir felices en sociedad.
La moral exige obligaciones, las cuales son las necesidades de hacer o de evitar ciertas acciones que impidan la armonía social y la felicidad, fin último de cada ser humano.
Según Gálvez (2007), la moral tiene dos perspectiva de estudio, uno material y otro formal. Para este autor “el objeto material de la moral son las costumbres y la conducta humana. El objeto formal…es el conjunto de leyes que deben informar y orientar la actividad humana” (p. 16). Los Códigos de Ética profesionales, representan el aspecto formal de la moral.
Un aspecto importante de la moral es el deber, que es en definitiva la necesidad de realizar una acción con respecto a la ley. Este es un mandato incondicional de hacer algo (Rojas, 2005). Este mismo autor menciona que existen mandatos condicionales, lo cuales Kant los denominaba “imperativo hipotéticos”, mientras que el deber es un “imperativo categórico”, lo cual significa que es un hecho incondicional, como ya se ha mencionado. (Ibídem).
Todo sujeto posee un deber moral, pero también tiene un conjunto de responsabilidades. Al respecto Rojas (2005), explica que la responsabilidad
significa que podemos responder por lo que hacemos o dejamos de hacer. Más estrictamente, la responsabilidad implica que el ser humano actúa de forma consciente, que elige el curso de acción a seguir y que puede asumir las consecuencias que se siguen de su acción.
Por tanto, la responsabilidad está asociada a la capacidad que poseen los seres humanos de actuar racionalmente, conscientes de sus actos y de las consecuencias de los mismos, por lo cual está atento al bien o el mal que causan y a los principios y valores que guían su acción. Son entonces, sujetos del hecho moral.
A la pregunta, ¿Cuál es la razón de que sólo al ser humano pueda atribuírsele conducta moral? (o inmoral). A esta pregunta Rojas (2005) responde que “la razón es fundamental: sólo el ser humano es responsable de los que hace o deja de hacer” (p.122). Por tanto, la moral es un hecho de responsabilidad. Se es moral o inmoral, debido a que los seres humanos, como dueños de sus actos, asumen pleno compromiso de los mismos. Un delincuente, los es por su propia responsabilidad, más allá de escusa de la influencia social o de un ambiente que le fue poco propicio.
La moral depende de la decisión que tomen los seres humanos. Está asociado a las diferentes opciones que se seleccione. Siempre existe la posibilidad ante determinada situación decir “no” o “si”, de ello es responsable el ser humano. Ante la posibilidad de cometer un hecho de corrupción, el involucrado puede decir “no” o decidir incurrir en él. La moralidad es por tanto un hecho asociado a la libertad.
Sin libertad no existe moralidad, ello lo afirma Rojas (2005), quien dice que “para que exista la moral se requiere que exista la responsabilidad y para que exista responsabilidad se requiere que existe la libertad” (p. 123). La responsabilidad y la libertad son un binomio imprescindible y ellos propician los valores éticos. Libertad para decidir y responsabilidad por los efectos de las decisiones.

La ley como instrumento de la moral

Los seres humanos en el marco de su intercambio social establecen los mecanismos formales para que dichas relaciones ocurran en armonía y en el respeto de las diferencias existentes. Dentro de esos mecanismos se tiene el diseño e implantación de las leyes. “La ley es el conjunto de normas y preceptos que tiene por objeto el bien común y cuanto se refiere a la defensa, conservación y desarrollo de una colectividad” (Martín, 2009: p. 67). Son entonces, las leyes el marco regulador que permite el bienestar social, la justicia y la igualdad, entre los integrantes de una sociedad. Por ejemplo, la existencia de la leyes permite que un hombre de dos (2) metros, físicamente dotado, no someta a otros de metro y medio, con poca fortaleza física. Éste último cuenta con la ley para estar seguro que la fuerza física de uno no sea un elemento determinante en la vida del otro. Si uno abusa del otro, el afectado puede recurrir a la ley para que se haga justicia.
La ley humana, se sobrepone a la ley natural, en la cual se establece la preeminencia del más fuerte. Las leyes humanas, parten del principio del deber, la cual se hace ley. El ordenamiento jurídico es fundamental para la constitución y organización de la sociedad en su conjunto. La existencia de la sociedad, como sumatoria de individuos, con costumbres, intereses y objetivos distintos, solo es posible por existencia de un sistema legal de aceptación general. Sin ella, la convivencia social fuese anárquica, violenta, casi imposible. En la ley natural, la libertad es sometida a la necesidad; impera el ser y no el deber-ser.
Con respecto a la relación de las leyes y la moral, Martín (2009), menciona que “del orden moral se dice lo bueno y lo malo; del jurídico, lo licito y lo ilícito” (p. 67). Ambos sistemas comparte el orden, la organización y la estabilidad, tan necesaria para la convivencia colectiva. Lo bueno es licito, lo malo ilícito, todo ello tiene un precio. Lo bueno y lo lícito, merece reconocimiento y aceptación. Lo malo e ilícito, sanción y rechazo.

La importancia de la ética y la moral en el ejercicio contable

 La ética y la moral son de suma importancia para el profesional de la Contabilidad, debido a que siendo esta una actividad en la cual se presta un servicio para el manejo de información de terceros, la cual debe basarse en la sinceridad, pulcritud, confiabilidad y transparencia para su procesamiento, y presentación.
Por tanto, la observancia de los principio y valores morales deben ser una forma de vida para el Contador Público. Muchos interesados legítimos dependen de la verdad que las cifras indiquen, por tanto los profesionales de la contabilidad deben ser íntegros, éticos y con alto sentido moral, para no afectar a los usuarios de la información contable.
Buena parte de la económica depende de la información que presenten los Contadores Públicos, lo cual resulta en una gran responsabilidad para estos profesionales, quienes deben estar consciente de ese hecho y de las implicaciones que los actos fraudulentos pueden tener para el colectivo que confía en ellos.
El debe principal de todos Contador es la proporcionar información confiable. Por tanto, esa debe ser su responsabilidad principal, más allá de presiones e intereses particulares que pretendan desviar su acción moral.
 

Conclusiones

 La ética, como rama de la filosofía que estudia el comportamiento o conducta del ser humano, encaminada hacia el bien, es de especial importancia para comprender las razones por la cuales los miembros de la sociedad actúan de la forma como lo hacen y cuáles son elementos reguladores de sus acciones, que permiten limitar los elementos autodestructivos de sus actos.
La ética es un conocimiento de la conducta propia dirigida a orientar la actividad humana hacia el bien, evitando la destrucción. Por tanto, la ética es la ciencia de las acciones humanas.
Por su parte, la moral establece las reglas y principio que deben seguirse y por los cuales se juzga a un individuo. Al igual que la ética, la moral parte de la premisa básica de la racionalidad. Esas reglas y principios están íntimamente relacionados con las costumbres y la conducta que los seres humanos tienen en sociedad.
Los seres humanos deben ser responsable de sus actos y asumir la consecuencia que los mismos acarrean. Es fundamental que esos actos estén sujetos a la moral, y los principios y valores asociada a ella. Ello permitirá una sociedad más justa, más feliz y más estable.
Igual ocurre con los profesionales de la Contaduría Pública, como miembro de la sociedad y seres humanos en sí. Sus actuaciones deben estar apegadas a la moral, a los principios de honestidad e imparcialidad. Aferrados a los valores fundamentales de la ética. Siendo su norte, la presentación de información confiable, ajustada a la verdad y a la transparencia, bajo cualquier circunstancia.

Referencia bibliográfica

 Ayllón, J. (2006). Introducción a la ética. Historia y fundamentos. Madrid: Ediciones Palabras, S.A.

Boladeras, M. (1993). Libertad y tolerancia. Éticas para sociedades abiertas. Barcelona: Publicación Universitat de Barcelona.

Gálvez de Valdez, A. (2007). Supremacía de la moral sobre el Derecho. LibroenRed. www.libroenred.com

Hortal, A. (1990). Los cambios de la ética y la ética del cambio. Madrid: Fe y Secularidad

Hortal, A. (2007). Ética profesional y Universidad. Cuarta Separata. Caracas: UCAB.

Prado, J. (2001). Fernando Savater: Grandeza y miseria del vitalismo. México: Universidad Autónoma.

Rodríguez, M. (2005). Comportamiento ético gerencial. Manizales-Colombia: Universidad Nacional de Colombia.
Rojas, C. (2005). El asombro del penar: La filosofía en el ámbito de la humanidad. San Juan, Puerto Rico: Editorial Isla Negra.

Loada, J. (2006). Moral el arte de vivir. México: Ediciones Palabra, S.A

Marinoff, L. (2007). Más Platón y menos Prozac. Barcelona-España: Ediciones B, S.A. (Zeta Bolsillo)

lunes, 18 de agosto de 2014

LOS ACTOS ADMINISTRATIVOS GENERALES Y PARTICULARES

Los actos administrativos son los medios de acción que permite a la Administración Pública llevar a cabo sus fines. Es decir, por medio de ellos los administrados sienten las gestiones de Gobierno. Al respecto Ojeda de Ilija (2012: p.165) aclara que ·”los actos administrativos constituyen, la forma de manifestación por excelencia de la actividad administrativa, por su naturaleza y carácter  los actos administrativos inciden en la esfera jurídica de los administrados a quienes se dirigen (…)”. En Venezuela, la Ley Orgánica de Procedimientos Administrativos (LOPA), publicada en Gaceta Oficial Nº 2.818 extraordinaria del 01 de julio de 1981, establecen los aspectos jurídicos que conforman los actos ejecutados por la Administración Pública.
De acuerdo al artículo 7, de la LOPA, los actos administrativos pueden ser de carácter general o particular. Los actos administrativos de carácter normativos, poseen un efecto general, mientras que los actos administrativos no normativos, son de efecto particular. Los de efectos generales, poseen contenidos normativos, lo cual significa que crean normas que integran el Ordenamiento Jurídico (Ojeda de Ilija, 2012). Los de efectos particulares, son aquellos que contienen una decisión no normativa, siendo aplicable a un sujeto o a varios sujetos de derechos.
La autora en referencia menciona que la antigua Corte Suprema de Justicia, en opinión de su Sala Político Administrativa, definía los actos administrativos generales y particulares en los siguientes términos:

Actos de efectos generales son aquellos que tienen carácter  normativo y, como tales, afectan a toda la ciudadanía. Actos de efectos  particulares son aquellos que afectan a un solo individuo o a un número determinado o identificable de personas (RDP, N°2, 1980, pp.130-131. Magistrado Ponente: Josefina Calcaño de Temeltas).
El acto es de efectos generales al no ser posible determinar las  personas que estarían bajo el supuesto de su llamado. (CPCA-28-01-86 Caso: Varios vs Universidad de Los Andes. Magistrado Ponente: Aníbal Rueda. RDP, N° 25, enero-marzo 1986, p.130). (P. 171).

         Adicionalmente, el artículo 72 de la LOPA, ofrece otra pista que permite diferenciar un acto administrativo de carácter o efecto general de otro con efecto particular. Basa su descripción en función a los destinatarios de los actos administrativos. Se infiere del mencionado artículo que los actos administrativos generales son aquellos que interesan a una pluralidad de sujetos de derechos, sean estos determinados o no, de acuerdo a su cantidad; mientras que los actos administrativos con efecto individuales interesan a un solo sujeto de derecho. 

Según el artículo 18 de la LOPA, todo acto administrativo debe contener lo siguiente: 


1.             Nombre del Ministerio u organismo al que pertenece el órgano que emite el acto.
2.             Nombre del órgano que emite el acto.
3.             Lugar y fecha donde el acto es dictado.
4.             Nombre de la persona u órgano a quien va dirigido.
5.            Expresión sucinta de los hechos, de las razones que hubieren sido alegadas y de los fundamentos legales pertinentes.
6.             La decisión respectiva, si fuere el caso.
7.             Nombre del funcionario o funcionarios que los suscriben, con indicación de la titularidad con que actúen, e indicación expresa, en caso de actuar por delegación, del número y fecha del acto de delegación que confirió la competencia.
8.             El sello de la oficina.

Un acto administrativo no se perfecciona con la mera orden verbal. Ningún funcionario público, sea cual fuere su cargo, tiene la facultad para administrar por mera instrucción, más allá de las tareas ordinarias de oficina. Para que su accionar tenga efectos legales debe necesariamente generar actos formales que cumplan con los parámetros antes indicados.

Adicionalmente, establece la LOPA, en su artículo 9, que los actos administrativos de carácter particular, el procedimiento de expropiación, por ejemplo, debe ser debidamente motivado; es decir debe contener las razones por las cuales la Administración Pública decide llevar a cabo dicho procedimiento.


 Referencia Bibliográfica

Ojeda de Ilija, R. (2012, Enero-diciembre). Actos administrativos. Aportes juridisprudencial. Anuario de Derecho. Año 29, Nº 29, 165-187. Mérida: Venezuela. Consultado: el 10 de julio de 2014, Recuperado de: http://www.saber.ula.ve/bitstream/123456789/37043/1/articulo6.pdf