sábado, 19 de diciembre de 2020

Los riesgos empresariales


 Los riesgos son eventos, hechos o situaciones que pueden generar alguna probabilidad de pérdida o perjuicio para quien lo padece. Con referencia a este concepto Arcenegui y Obrero (2009), lo definen “como aquel al que está expuesto una entidad de sufrir pérdidas como consecuencia de procesos internos, personas o sistemas inadecuados o defectuosos, o por causas externas” (p. 132). Esta es una idea intuitiva. Todos, tanto los individuos como las organizaciones tienen la posibilidad de ser sujeto de riesgos. Quién toma decisiones se enfrenta a situaciones de riesgos, debido a que decidir significa la selección de opciones y ello denota resultados futuros que se desconocen. Es decir, no existe certezas de lo que puede ocurrir solo se tienen probabilidades. Justamente, el hecho de tratar con probabilidades remite el fenómeno al campo de la incertidumbre. Riesgo e incertidumbre se relacionan intrínsecamente. Cuando existe certeza se carece de riesgo. No obstante, pocas situaciones en la vida ofrecen certeza absoluta. Sin embargo, es importante tener en cuenta que la incertidumbre también genera oportunidades para mejorar la posición del negocio, tal como lo menciona el Committee of Sponsoring Organizations of the Treadway Commission (COSO) quienes señalan que “la incertidumbre presentan riesgos y oportunidades, con potencial de erosionar o aumentar el valor” (2004). Un adecuado manejo de la incertidumbre por medio de la gestión de los riesgos puede crear valor a la organización. Asimismo, una conducción inapropiada puede causar perjuicio que destruye su valor en el mercado. 

De acuerdo a Hugo González (s/f), en la norma ISO 31000:2018 se señala que “el riesgo se define como el efecto de la incertidumbre sobre los objetivos, pudiendo ser las consecuencias de esta incertidumbre tanto positivas como negativas”. En esta definición se observa que el concepto de riesgo va más allá del criterio de pérdida económica, que sería el caso de desviaciones negativas, si no que indica también efectos positivos. Esto es que la incertidumbre puede originar oportunidades de beneficios para las empresas, las cuales cuando se dejan de detectar hace que las mismas no se aprovechen en detrimento de los intereses de ellas mismas. Por tanto, al carecer de un sistema de gestión de riesgo es posible tener la imposibilidad de captar peligros, así como oportunidades. Más adelante, González señala que las organizaciones operan en un medioambiente que genera incertidumbre que puede afectar el logro de los objetivos. Siempre es posible que las cosas sucedan de forma distinta a lo que se desea o planifica. Ello es fuente de riesgo constante que se debe gestionar, sin que ello asegure nada. Es cierto que las cosas pueden ir bien o mal, pero siempre es mejor tener la preparación adecuada. Esa es la actitud más racional que puede asumir la empresa. 

Esos riesgos necesitan de una gestión activa. Exige de acciones, de decisiones y gestión que hagan posible mitigarlos a niveles de impacto razonables. Obviar ese requerimiento coloca en amplio peligro a la empresa, que puede ver afectado la posibilidad de lograr sus objetivos naturales, con lo cual su propia permanencia se pone en duda. La administración de los riesgos debe generar una sinergia que se traslade a la gestión estratégica y operativa, al control de los procesos, a los miembros de la organización, a la cultura, en fin a todo el sistema que compone a la empresa. Como lo ha mencionado Fernández-Laviada (2009), la adecuada gestión de los riesgos crea valor en las empresas debido a que ello mejora su capacidad competitiva y reduce sus niveles de pérdidas. Por su parte, la gestión de riesgos es para Hernández Barros (2015) un proceso científico y estructurado que pretende la protección de los activos, así como de los ingresos de la empresa, que contribuye que cumpla con sus objetivos financieros, así como sus estrategias de negocio. Con ello, según este autor, es posible asegurar que la organización sea capaz de generar su flujo de caja de forma sostenible y continua. 

En un ambiente, tanto interno como externo, lleno de nuevos desafíos, de constante presión competitiva, social, política, ecológica, económica, etc., la capacidad de adaptarse, cambiar o transformarse es un factor diferenciador para las empresas, que resulta necesario para permanecer en el tiempo. Ello es una exigencia estratégica que debe concientizar a la alta gerencia de las organizaciones. El cómo enfrentar la complejidad, incertidumbre, la volatilidad del entorno y los riesgos, debe generar los procesos mentales que permita hacer frente a esta realidad. Las empresas se mueven actualmente en un entorno cada vez más críticos, más inestables, por lo cual los incentivos de imponer un sistema de gestión de riesgo empresarial es una necesidad fundamental. 

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