sábado, 28 de octubre de 2023

La Estructura de Costos

En la producción de bienes se debe incurrir en un conjunto de erogaciones financieras para la adquisición de materia prima, insumos, mano de obra y otros elementos que combinados se transforman en productos terminados que satisfacen las necesidades del mercado. Todo este proceso de conversión genera una serie de gastos y costos que deben estar bajo el control constante de la empresa. Para ello, la organización se vale de la contabilidad de costo, que algunos también llaman “contabilidad administrativa o gerencial” (Matz y Usry, 1980), la cual es una rama de la contabilidad general que permite conocer, planificar control y establecer lo que cuesta producir un bien o un servicio en un momento específico (Neuner, 1982, Arredondo, 2013). Agrega Arredondo (2013), que esta facilita clasificar, acumular, controlar y asignar los costos en los que incurre un entre productivo en su proceso de transformación de la materia prima. Para una mejor gestión de los costos, se recurre a la determinación de ellos bajo el esquema de estructura de costos. Esta última, es un proceso que tiene por objetivo organizar de forma efectiva los costos dentro de una entidad productiva y así mejorar la toma de decisiones. La misma tiene en cuenta diferentes aspectos como tipo de costos, porcentajes, productos, clientes, ente otros factores.

La estructura de costos es clave para la fijación de precios. El entender cómo se compone el costo de producción de un producto o servicio, hace posible establecer precios adecuados que cubran las erogaciones y generen beneficios para la empresa. Un análisis detallado de los costos también puede ayudar a identificar aquellos productos o servicios que no son rentables y que podrían necesitar ser ajustados o eliminados como parte de la producción de la firma. En un entorno de negocio actual que se caracteriza por la competitividad y la globalización, la estructura de costos desempeña un rol protagónico en la supervivencia y el éxito de las organizaciones. Para mantenerse competitivas, las corporaciones deben buscar constantemente modo de reducir costos y optimizar sus procesos. Un análisis de la estructura de costos puede revelar oportunidades de mejora que posibilita marcar la diferencia entre el fracaso y la supervivencia de un negocio.

Los costos son, según Horngren et. al. (2012), un sacrificio de recursos que asigna la empresa para lograr un objetivo dado. Es decir, que se trata del esfuerzo en términos de inversión que se debe realizar para generar un producto o un servicio. Su relevancia para la gestión empresarial es determinante para el éxito de cualquier negocio, sin importar su tamaño o rama de explotación. Administrar de forma eficiente los costos es crucial para la supervivencia, crecimiento y desarrollo de la firma. Conocer cuáles son los impulsores y objetos de los costos, cómo se comportan, bajo qué circunstancias, cómo se puede reducir o hacerlos más eficiente o cuáles son su impacto en el costo total son preguntas relevantes para la gerencia y su toma de decisión. Además, su comprensión real permite la planificación y control de esta variable fundamental facilita gestionar de modo eficiente las políticas de precio de la organización. 

Existen diferentes formas de clasificar los costos. Por su naturaleza se pueden explicar como materia prima directa, mano de obra directa y costos de fabricación indirectos o carga fabril. De acuerdo con su función, puede ser de producción, de venta y administración, aunque estos últimos por lo general se estiman como gastos en la presentación del estado de resultados. Adicionalmente, se pueden analizar desde la perspectiva de su comportamiento según los niveles de producción. Entonces, ellos se clasifican en fijos y variables. 

Siguiendo este orden de ideas, una de las clasificaciones de los costos más común es dividirlos en fijos y variables que se caracterizan por su comportamiento dentro del proceso productivo. Los primeros son aquellos que de modo inmediato no se determinan por cambio en los niveles de producción, por lo cual se mantiene inalterable sin importar el número de unidades que se producen. Si se produce o no, el total de los costos fijos se muestran inalterados. Por el contrario, los variables se ajustan a la cantidad de unidades que se elaboran y los mismos varían con los distintos grados de producción. Por ejemplo, si el proceso de transformación se detiene también lo hacen los costos variables, no así los fijos. En definitiva, la característica de fijo o variable depende de la forma que muestren según diferentes actividades definidas durante un periodo específico (Horngren et. al. 2012). Tener claro esta clasificación es esencial para la correcta gestión de costos, así como la adecuada toma de decisiones en el área de producción. Información tal como el punto de equilibrio depende del manejo de estos datos. 

Por ejemplo, en la fabricación de vehículo los cauchos (o llantas) son costos variables. Para cada vehículo que se produce se requieren cuatro unidades. Si se producen 10 se necesitan 40 cauchos y sin son 100 se utilizan 400 y así sucesivamente. Ahora bien, el pago del seguro de la planta, el salario del gerente responsable de la producción o la depreciación de los equipos, entre otros, son costos fijos que se deben cargar a la producción ocurra esta o no. Si por alguna razón se paraliza la planta y se deja de producir unidades automotoras se detiene la contabilización de los costos variables, pero los fijos se mantienen. Entonces, se puede observar que mientras los costos variables son constantes en el tiempo los fijos se reducen en la medida que se incrementan las cantidades producidas. 

Otro modo de clasificar los costos es en directos e indirectos. Los primeros, son aquellos que se pueden identificar o asociar directamente y con relativa facilidad al producto (Arredondo, 2013). Son atribuibles al bien tangible desde un punto de vista económico (Horngren et. al. 2012). Este es el caso de la materia prima o de la mano de obra que se utiliza para la fabricación del producto. Dichas erogaciones se pueden rastrear y asignar sin mayor dificultad a la producción. Por otro lado, los indirectos se relacionan con el objeto que se produce, pero los elementos del costo que se le atribuye son difíciles de precisar o resulta ineficiente hacerlo por antieconómico. Es decir, para conocer de forma clara qué parte de los costos se pueden imputar a determinados producto resulta imposible hacerlo de modo directo. Por ejemplo, la remuneración de los gerentes de planta entra dentro de esta última categoría. Ello debido a que es posible que estos trabajadores de dirección manejen la producción de diferentes productos, por lo cual fijar el costo de los salarios que se le paga a un solo producto es inadecuado, en razón de que se debe distribuir en varios de ellos. 

Puede existir costo fijos directos e indirectos, así como variables. Del primer grupo se puede tener los salarios de los supervisores que tienen bajo su responsabilidad un determinado bien. Este sería un costo fijo directo. Los costos de arrendamiento de la planta son fijos indirectos. Por otro lado, la materia prima es un costo variable directo, mientras que el costo de insumos tales como pegamento, hilo o clavos para la producción de muebles, por ejemplo, es variable indirecto. 

Ahora bien, de modo formal dentro del proceso de gestión de las erogaciones se habla de los elementos del costo. Estos son: materia prima, mano de obra directa y gastos de producción, de fabricación, o también denominado carga fabril. Dichos rubros constituyen lo que se conoce como costos de producción (Arredondo, 2013). La primera se refiere al componente principal que conforma el producto y que resulta de fácil identificación, es significativo y relevante dentro del producto. Cuando, por el contrario, es complicado identificarlo a simple vista se trata de materiales indirectos. Un ejemplo de estos sería, en la elaboración de pantalón, la tela, el cierre y el botón, se consideran materiales o materia prima directa, pero el hilo que tiene esa pieza se estima como indirecto, debido a que se desconoce con exactitud la cantidad que lleva ese artículo. Esta consideración es crucial porque conlleva a técnica contable y de control determinados. 

Al mismo tiempo, la mano de obra directa se trata de los costos salariales, remuneración y demás beneficios contractuales que perciben los trabajadores que actúan de forma directa en el proceso de transformación de los insumos y materiales en producto final. Asimismo, se tiene la mano de obra indirecta, que se relaciona con el pago a los trabajadores que prestan sus servicios a la empresa, pero que su acción laboral no se vincula de modo directo con la elaboración del producto. En este caso se habla de personal de limpieza de la fábrica, secretarias, jefes de planta o producción, entre muchos. Adicionalmente, existen los costos indirectos de fabricación que son erogaciones que se relacionan de manera indirecta con el proceso productivo y que son necesarios para culminar la tarea. Aquí se tiene, por ejemplo, la depreciación de la planta, los equipos y demás activos que se utilizan en la manufactura del bien. Otros pueden ser la renta de área de producción, pago de servicios de mantenimiento de maquinarias, nómina de personal indirecto y otros tantos. 

En la administración de los costos, existen diferentes modos de manejo que se adaptan a las políticas que establece cada empresa para administrar su estructura de costos. Es crucial comprender que este proceso es dinámico y está sujeto a las necesidades del negocio. También depende de si la estructura está impulsada por los costos o por el valor. El primero se enfoque en minimizar los costos. Para lograrlo, se busca mantener una estructura ágil por medio del uso de recursos tecnológicos que permitan la automatización de tareas y actividades. También se considera la tercerización en áreas que lo permitan. En cambio, el segundo se centra en crear valor para los clientes. Por lo tanto, se enfoca en ofrecer un alto nivel de personalización y respuestas adaptadas a los requerimientos de los consumidores y del mercado en general.

Es fundamental considerar la estructura de costos como forma de gestión administrativa para lograr el éxito de la empresa. Esta brinda una visión completa de los tipos de costos involucrados en el proceso productivo. Además, facilita la descripción de los recursos necesarios y permite tener una idea clara de cuánto podrían costar. Con esta información, es posible determinar la inversión necesaria para cubrir los diferentes gastos que surgen en cualquier acción de transformación productiva. El control que se obtiene al tener una estructura de costos ayuda a garantizar la rentabilidad del negocio.

La acumulación de todos los costos en los que se incurre en el proceso de producción, materiales directos, mano de obra directa y otros gastos de fabricación generan los costos totales. Luego, para establecer el costo unitario o promedio de cada unidad de producto se debe dividir ese total entre la cantidad de unidades producidas. Esta información es relevante para establecer el precio de venta que permite recuperar la inversión en la que incurrió la empresa más el margen de ganancia que requiere para mantener sus operaciones y satisfacer las exigencias económicas de los accionistas de la entidad. 

En la gestión de los costos unitarios de producción, existen dos métodos ampliamente conocidos: el método de costeo por absorción y el de costo directo o variable. El primero, al cual también se le identifica como método de costo total o convencional, implica la distribución de todos los costos de manufactura, incluyendo materiales directos, mano de obra directa, costos variables indirectos y una parte de los costos fijos indirectos, en cada unidad de producto (Hansen, 2007). En este, los costos variables y fijos que se generan en la producción se registran como elemento del costo del producto.

Por otro lado, el método de costeo directo excluye los costos fijos. En este, solo se acumulan los costos que se relacionan con los materiales directos, la mano de obra directa y los costos indirectos de fabricación variables para el cálculo del costo unitario del producto. El uso exclusivo de los costos variables es lo que distingue a ambos métodos. Mientras que el método de costeo por absorción considera toda la estructura de costos, el método de costeo directo únicamente tiene en cuenta los costos variables.

En el método de costeo directo, los costos fijos se consideran gastos del periodo y se reflejan en el estado de resultados, lo que disminuye la utilidad del negocio. Esta situación puede ser objeto de examen por parte de las instituciones recaudadoras de impuestos, debido a que argumentan que se subvalora la utilidad, lo que afecta la capacidad de la empresa para cumplir con sus obligaciones tributarias. Con menores utilidades, menor será el pago de impuesto sobre la renta.

Ahora bien, existen diferentes criterios que justifican la elección de uno u otro método de control de costos. Aquellos que defienden el método de costeo por absorción consideran que todos los costos se deben incluir, debido a que sin los costos fijos sería imposible llevar a cabo la producción. Estos costos son parte integral del proceso productivo. Por otro lado, los defensores del método de costeo directo argumentan que los costos fijos se deben excluir, porque ellos ocurren independientemente de la producción, lo que demuestra que no se relacionan con ella. Además, señalan que estos costos no son inventariables y se asocian más con el tiempo que con la manufactura de productos. Por lo tanto, se deben considerar gastos del periodo en el que se incurren.

Como se comentó, en el método de costeos directos, se manejan los mismos elementos que en el sistema por absorción para determinar los costos de producción total, salvo los costos fijos de fabricación que carecen de relación con los volúmenes de producción. Según Matz y Usry (1980), en el método de costeo directo se cargan a los productos solo los costos que varían directamente con el volumen, es decir, los costos primos y los gastos variables de la carga fabril que se utilizan para asignar costos. Es relevante tener en cuenta que los costos primos incluyen tanto el costo de los materiales directos como la mano de obra directa. Por su parte, Mendoza (2004) explica que los fundamentos básicos del método de absorción consisten en incluir en el costo del producto todos los costos de la función productiva, sin importar si son fijos o variables. Del mismo modo, Polimeni et al. (2003) indican que el costo por absorción carga todos los costos a la producción, excepto los aplicables a los gastos de venta, generales y administrativos. Estos autores explican que se deben agregar los costos de producción fijos, como la depreciación de la fábrica, los alquileres de equipo para la producción, los seguros, los impuestos a la propiedad y otros gastos similares.

Por otro lado, Benjamín Polo (2013) explica que el sistema de costeo por absorción hace que los estados financieros presenten utilidades mayores debido a que los costos fijos se activan o se inmovilizan en el costo del inventario de productos terminados. En cambio, cuando se usa el costeo variable o marginal, la utilidad tiende a ser más baja, en virtud de que los costos fijos no se activan ni se inmovilizan en el costo del inventario de productos terminados, lo que afecta el gasto.

En conclusión, la estructura de costos es un elemento esencial para la toma de decisión de los directivos de las empresas. Comprender cómo se componen los costos de un negocio, tanto en términos de costos variables como fijos, directos o indirectos, es crucial para la gestión y la supervivencia en un ambiente empresarial competitivo. Un análisis detallado de la estructura de costos puede revelar oportunidades de mejora y optimización que pueden marcar la diferencia entre el éxito y el fracaso de una organización. Con ella se puede administrar de forma eficiente las políticas de precios que es una variable fundamental para enfrentar un mercado cada vez más complejo. Es conveniente señalar que la estructura de costos no es estática, sino que puede variar a medida que las condiciones y circunstancias de la corporación y el entorno evolucionan. Por ejemplo, los cambios en la tecnología, en los precios de las materias primas o en la demanda de mercado pueden tener un impacto significativo en la estructura de costos de una compañía. En consecuencia, es determinante revisar de modo regular el análisis de costos para mantenerse actualizados y con ello asegurar que se asumen decisiones informadas y adecuadas a los objetivos organizacionales. 

Referencias

Arredondo González, M. (2013). Contabilidad y análisis de costos. 1era ed. Grupo Editorial Patria S.A. de C.V. 

Hansen, Don y Mowen, M. (2007). Administración de costos: contabilidad y control. International Thomson Editores.

Horngren, C.; Datar, S. y Rajan, M. (2012). Contabilidad de costos. Un enfoque gerencial. 14ta ed. Pearson Educación. 

Matz, A. y Usry, M. (1980). Contabilidad de costos. Planificación y control. South-Western Publishing Co.

Mendoza Roca, C. (2004). Presupuesto para empresa de manufactura. Ediciones Uninorte.

Polo García, B. (2013). Contabilidad de costo en la alta gerencia, Teoría-Práctica. Grupo Editorial Nueva Legislación LTDA. 

Polimmeni, R, Fabozzi, F. y Adelberg, A. (2003). Contabilidad de costos. Concepto y aplicaciones para la toma de decisiones gerenciales (3ª ed.). McGraw Hill Interamericana, S.A.

Del Autor

Licenciado en Administración de Empresa y Contador Público Colegiado (UJMV). Especialista en Finanzas de Empresa (USM) y en Gerencia Pública (UNIMET). Maestría en Gerencia de Empresarial y Especialista en Moneda e Instituciones Financiera (UCV-Pendiente de Trabajo de Grado) y Maestría en Administración de Negocio (UNA). Diplomado en Investigación (UPEL). Ha realizado más de 60 cursos de formación Fue contralor municipal en el estado Miranda, cargo que ocupó por más de seis años. Se ha desempeñado como auditor, supervisor y jefe de crédito, jefe de auditoría, jefe de administración y finanzas, director de administración.

 

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