sábado, 24 de diciembre de 2022

La Economía Digital

 

Los avances tecnológicos tienen un tremendo impacto en la sociedad que de forma irremediable la conduce a un cambio de era: de la industrial a la del conocimiento, en la cual existe lo que se denomina la “sociedad del conocimiento”. En esta nueva revolución histórica, o nueva ola, siguiendo a Alvin Toffler, el generador de riqueza más importante, además de los tradicionales factores de producción como la tierra, el trabajo o el capital simplemente, son los conocimientos que se utilizan para aprovechar justamente esos factores de producción de una forma mucho más eficiente. El uso de la información y del conocimiento que de ella se genera transformó de un modo radical el modo de ver al mundo. Hoy con un click se puede contar con el acceso a casi cualquier conocimiento, para bien o para mal.

Los economistas clásicos asumían la existencia de tres (3) factores productivos, comúnmente conocidos como tierra, trabajo y capital, que se utilizaban para explicar el fenómeno económico. El primero de ellos, se asociaba al cultivo, la minería y el aprovechamiento del resto de los recursos naturales. El trabajo se relacionaba con el esfuerzo del trabajador, tanto físico como intelectual, y el factor capital incluía los recursos tecnológicos o productivos, tales como maquinarias y equipos e instalaciones industriales, entre otros.

Estimando la prevalencia de uno o de otro de estos factores era posible identificar el nivel de desarrollo de una sociedad. Por ejemplo, en aquella en la cual prevalecía la tierra como factor de producción, la agricultura era preeminente, siendo, por tanto, en una mayoría economías de supervivencia, generadora de alimentos, pero con poca capacidad industrial. En cambio, existían otras sociedades más avanzadas desde el punto de vista del desarrollo económico, en la cual prevalecía el factor de capital, sin dejar de lado el uso de los otros factores. Eran los plenos exponentes de la era industrial, del dominio de la escena económica y de alguna manera los protagonistas del escenario político. Porque de alguna u otra forma el elemento económico siempre ha estado relacionado con lo político, con el poder a fin de cuenta. Estados Unidos e Inglaterra, eran fieles exponentes de este tipo de países, especialmente al inicio de la era industrial. Ello fue variando, especialmente para Inglaterra, no así para los Estados Unidos, que se hizo cada vez más poderoso.

Con el transcurrir del tiempo, a los factores antes mencionado, que no han perdido importancia, se agrega un factor cada vez más importante, que es el conocimiento basado en la información. Ello se ha potenciado con los cambios tecnológicos cada vez más acelerados, en los cuales se suceden incremento continuo de nueva información, nuevos equipos, nuevas tecnologías. Se está viviendo un periodo de crecimiento cada vez más intenso y prolongado, que se caracteriza por un aumento acelerado de la productividad, que se asocia fundamentalmente a una intensificación del uso de la tecnología de la información y de una profunda aplicación de nuevos sistemas de producción. Mejores herramientas y máquinas, menos trabajo manual, más automatización y mayores conocimientos técnicos y científicos explican el salto productivo de esta nueva economía. Como lo explica Hecht (2002, p. 10) esto ha sido producto de “la rápida integración de equipo, software, telecomunicaciones y contenido… Establece las bases para el desarrollo de una sólida plataforma que impulsa la productividad empresarial y la integración entre empresas”.

Esta realidad ha transformado a la economía actual, la cual se basa en las tecnologías de la información y de las comunicaciones, aunado al uso extensivo del conocimiento. Una época en la cual un suceso que ocurre a miles de kilómetros se conoce casi al instante. Un hallazgo científico es compartido en todo el mundo por medio de las redes de Internet. Un avance tecnológico se encuentra disponible al poco tiempo, o por lo menos se sabe de él casi al momento de aparecer. En fin, en esta nueva economía cada vez más son difusos los límites físicos, pasando a una realidad casi virtual.

Esta nueva economía está basada en el conocimiento que se genera por los enormes avances tecnológicos, como ya se ha dicho. Pero, también se sustenta en una realidad, el cambio de lo local a lo global. Sí, esos mismos avances que producen conocimientos nunca antes disponibles también permiten acercar las fronteras, acortar las distancias y acelerar la movilidad de los recursos, aunque un tanto menos el factor trabajo, o humano si se quiere. Aun eso es parte del rezago de la era industrial.

El concepto de economía mundial, característica de la denominada nueva economía, en un hecho notable y cada vez más evidente. Ello producto del fenómeno de la globalización que ha sido posible gracias a los avances de la tecnología y del manejo de la información, todo lo cual se traduce en conocimiento. Un tipo de economía en la cual para ser exitoso debes más que competir, formar entramados de cooperación a través de bloques económicos, que permita el movimiento organizado en un sistema globalizado cada vez más complejo. Las economías, que pretendan aislarse y luchar ella contra el mundo, están condenadas al fracaso. De eso hay evidencias muy cercanas, lamentablemente.

La interdependencia, más que la independencia a ultranza, marca esta nueva realidad. La globalización está originando cada vez mayores acercamientos, más allá de lo meramente ideológico. Muchos Estados Naciones, han tenido la necesidad de negociar, de ceder espacio, de unificar criterio, todo para crear las sinergias suficientes para enfrentar una realidad económica que le exige crear masa crítica en un comercio internacional que aumenta en complejidad, con consumidores cada vez más informados, exigentes y con mayores opciones de selección. Hoy ya no es necesario trasladarse al mercado físico tradicional debido a que es posible actualmente con un computador o un teléfono, u otros medios tecnológicos, con un simple clic hacer una compra.

Este sistema globalizado sigue en franco avance. Ya no solo impacta lo económico, lo laboral o lo comercial, meramente. También afecta diversos aspectos de la vida cotidiana como la religión, la cultura, las costumbres, el entretenimiento, la política, la seguridad, la legislación. En fin, es un fenómeno indetenible, que, amparado en el paradigma tecnológico, insurgió con una fuerza desproporcionada. Todo ello conduce al mundo hacia una nueva estructura, para lo cual muchos países no se encuentran del todo preparados.

Los avances tecnológicos están impulsando de forma determinante los cambios económicos. Nuevas estructuras aparecen, novedosas formas de hacer negocios, nuevos modelos, nuevas profesiones. En fin, una economía que empuja al mundo a nuevas realidades, que aún no están del todo clara. Monedas virtuales como bitcoin que ponen en jaque el sistema financiero tradicional, tecnologías biométricas y transacciones desde casa, entre miles de ejemplos, señala que “el futuro ya no es lo que solía ser”.

Sin embargo, esta corriente globalizadora de cambios tecnológicos de la nueva economía trae consigo variados problemas. La mayor movilidad, la aceleración de los procesos y la abundancia de información superan ampliamente la respuesta que los países pueden ofrecer ante determinadas circunstancias. Por ejemplo, el sistema legal en muchos casos no encuentra respuestas o soluciones al creciente crimen internacional o transnacional. Los delitos informáticos son una clara evidencia de ello. Por ejemplo, piense en el desfalco de una cuenta bancaria de un país que se realiza desde otro computador de un país diferente, para que luego ese dinero sea transferido a distintas cuentas bancarias para que realicen compra en varios otros países: ¿En qué tribunal se castiga, si logra detectar a los estafadores? ¿Con qué leyes? ¿De qué país? Ciertamente, esto es una realidad que no desvirtúa ni paraliza un proceso globalizador que luce indetenible, pero que si debe llamar la atención por las consecuencias que ello tiene.

La existencia de esta nueva economía sustentada en el conocimiento y los avances tecnológicos requieren del fortalecimiento de un mercado que goce de mayores libertades. Es decir, de la existencia de un liberalismo económico en el cual la libertad para el desarrollo de la libre empresa debe ser cada día más real. Es imprescindible que los agentes económicos puedan actuar con la menor cantidad de regulación y controles posible y que exista realmente un libre mercado internacional. Se requiere que exista un ambiente en la cual el Estado intervenga cada vez menos y que sean los privados quienes dirijan la economía productiva. Por supuesto, esto no es fácil de lograr, ni se estima que lo será en lo inmediato. ¿Cuánto Estado y cuánto mercado? Es allí el dilema. La competencia entre los que desean “el Estado mínimo de los liberales” y el “Estados de los anarquistas y la coronación de la utopía comunista de una sociedad sin clases y, por lo tanto, sin poder político” (Aveledo, 2009. P.43) ¿Quién tiene la razón? No es clara la respuesta. Y como lo expresa el Dr. Aveledo (ídem) “me temo que los seres humanos seguimos necesitando vivir en sociedad y, salvo prueba en contrario, seguimos siendo imperfectos”. Concluye, además, “así que disculpen la mala noticia, seguimos necesitando la política…” Entonces, en la nueva economía, por más global que sea, la política como variable participante seguirá estando presente y con ella el Estado.

Bibliografía

Aveledo, R. (2009). Política, Globalización y Nueva Economía. La Libertad. Temas de Conciencia y Práctica. 42-59. Caracas: Concejo Municipal de Chacao.

Hecht, A. (2002). Reflexiones Gerenciales Para la Economía Digital…” ¿Nuevo Espacio Para Competir? Caracas, Venezuela: Editorial Melvin





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