martes, 19 de enero de 2021

Efectos de la Diversificación en los Riesgos de las Inversiones


La diversificación parte de una idea intuitiva muy arraigada y que lo señala un dicho muy popular: “No coloques todos los huevos en una misma cesta”. En efecto, si usted tiene todos los huevos en una sola cesta y esta se le cae, seguramente todo el contenido se rompe. Lo mejor es colocar distintas cantidades en varios recipientes. Así pues, si se le cae alguno, el resto quedará intacto. Formalmente, el concepto de diversificación financiera indica que se deben colocar los recursos en diferentes activos o inversiones con el propósito de distribuir sus riesgos (Van Horne y Wachowicz, 2002). Sin embargo, señalan estos autores que la mera diversificación carece de la seguridad de que realmente se han distribuido los riesgos en los distintos títulos que posea el inversionista. La diversificación ingenua, como ellos la califican, permite distribuir las inversiones sin tener en cuenta una variable fundamental: la relación existente entre los valores, o más específicamente su covarianza. Esta mide cómo se mueve un activo con respecto a otro.

Para que la diversificación sea eficiente se recomienda que los valores financieros que conforman un portafolio tengan covarianza negativa, o nula. Es decir, que, si un valor aumenta de precio, el otro se mantenga o baje. Si ambos títulos se comportan de forma similar, realmente allí no existe una distribución eficiente. Por ejemplo, si un inversionista tiene un único activo financiero y cae el precio del mismo en el mercado pierde, sin lugar a duda. Ahora bien, suponga que dividió sus fondos en tres títulos, pero todos tienen una covarianza positiva, significa que, si sube el precio, todos suben su cotización y si baja todos caen de valor, por lo cual tendrá igualmente una pérdida financiera. Tal vez, el resultado negativo sea menor que si tuviese un solo activo, lo cual justifica la diversificación. Ahora imagine que esos tres títulos tengan correlaciones negativas, es decir, se comportan de forma contraria. Si un título baja de precio, tal vez los otros dos suban y se compense la pérdida e incluso gane si la subida de los otros dos valores es superior a la pérdida que experimentó el primero. Aquí la diversificación cumplió plenamente su objetivo de distribuir riesgos. Sin embargo, se debe realizar una advertencia, en la vida real esto es muy difícil de lograr. Lo mejor que puede decidir el inversionista es seleccionar activos financieros con distintas correlaciones con respecto al mercado, o buscar activos en diferentes mercados, o combinar los tipos de valores que conforman su cartera. En fin, son varias las estrategias que puede utilizar el inversionista para diseñar su portafolio.

Una cartera de valores, también conocida como portafolio de inversión, es un conjunto de activos o instrumentos financieros que agrupa un inversionista con el propósito de diversificar o distribuir los riesgos. El inversionista por medio del portafolio trata de controlar sus riesgos de inversión y con ello minimizarlos. No obstante, esa reducción se enfrenta a un límite en el cual no puede bajar más. Ese el riesgo de mercado o sistemático.

Como se comentó antes, un inversionista se enfrenta a múltiples riesgos, pero existen dos de principal relevancia. El riesgo sistemático, o de mercado, y el riesgo no sistemático, o diversificable. El primero, que también se le conoce como riesgo no diversificable o inevitable, consiste en aquel riesgo que se asocia al comportamiento y resultados que el propio mercado puede ofrecer a las distintas inversiones que en él se realizan. Es el tipo de riesgo que afecta a todos los títulos valores que se negocian en un determinado mercado. Los riesgos de mercado son originados por factores generales como un cambio político, resultados de la economía de un país o de la economía global, conflictos sociales, entre otros. Es decir, son hechos que suceden en el entorno de las empresas, las cuales carecen de la capacidad para controlarlos. Estas situaciones las afectan a todas de diferentes maneras; no obstante, siempre tienen influencia en comportamiento de los títulos valores que negocian. Estos riesgos escapan del dominio del emisor de la acción o del título valor que corresponda. Son inevitables y afectan a todo el mercado. Ello implica que el inversionista tampoco puede ejecutar alguna acción que le permita disminuir el riesgo sistemático si negocia en ese determinado mercado. Es decir, que este tipo de riesgo carece de la posibilidad de diversificación.

Por otra parte, el riesgo no sistemático o diversificable, es aquel inherente o específico al propio título de inversión, o más específicamente de las características del emisor. Se dice que es un riesgo evitable, como lo señalan Van Horne y Wachowicz (2002). Este tipo de riesgo, siendo asociado a valores financieros individuales, se puede diversificar por medio de la constitución de un adecuado portafolio de valores. Mientras más títulos valores posea, el inversionista más bajo tiende a ser su riesgo de portafolio, siempre y cuando se tenga presente las variables de covarianza y correlación, como ya se comentó.

En el siguiente gráfico se muestra el comportamiento de ambos riesgos antes mencionado. Observe que el riesgo sistemático se mantiene igual a pesar del incremento de la cantidad de activos financieros que conforman el portafolio. Cualquier acción que tome el inversionista resultará inútil para gestionar ese riesgo. Caso contrario ocurre con el riesgo específico o no sistemático. Mientras más valores se aporten a su portafolio menor será su riesgo. Sin embargo, esta reducción tiene un límite, por lo cual jamás llegará a ser cero, salvo que conforme su cartera solo con instrumento libre de riesgos. Se estima que esta cantidad se encuentra entre 15 y 20 instrumentos de inversión.


El riesgo total de un activo financiero agrupa tanto a los riesgos sistemáticos, como los no sistemáticos. Significa que el inversionista debe actuar solo en contra de los riesgos no sistemáticos para minimizar sus riesgos de cartera, pero estar atento a los riesgos de mercado. Sin embargo, vale decir que el riesgo sistemático se puede gestionar invirtiendo en otros mercados distintos, generalmente internacionales. Ello explica por qué, cada vez más, los portafolios se diversifican con inversiones que se realizan en diversos mercados internacionales. Un inversionista puede comprar acciones, bonos u otros tantos títulos valores en New York, París o Tokio. Con esta acción, en teoría, escapa del riesgo sistemático de un mercado local y lo transfiere a otros. Es una especie de diversificación geográfica. Pero es importante tener en cuenta que esta estrategia de inversión tendrá sentido si los mercados poseen correlaciones negativas, o se encuentran pocos relacionados.

Los riesgos totales en forma matemática se presentan como sigue:

Riesgo Total = Riesgos Sistemáticos (No diversificable) + Riesgos Específicos

Por tanto, los inversionistas deben tener en cuenta la clase de riesgos a los que se enfrentan. Los tipos de activos financieros que conforman su cartera de inversión, así como el comportamiento de los mismos. Ello implica, que debe tener en presente cuáles son las covarianzas que existen entre los títulos, qué grado de correlación existe y cómo esas variables afectan su distribución. Por supuesto, todo esto se relaciona con cuán dispuesto está el inversionista de convivir con ciertos niveles de riesgos.

Bibliografía

Van Horne, J. y Wachowicz, J. (2002). Fundamento de administración financiera. 11va ed. Pearson Educación.

 Del Autor

Es Licenciado en Administración de Empresa y Contador Público Colegiado (UJMV). Especialista en Finanzas de Empresa (USM) y en Gerencia Pública (UNIMET). Maestría en Gerencia de Empresarial y Especialista en Moneda e Instituciones Financiera (UCV-Pendiente de Trabajo de Grado). Diplomado en Investigación (UPEL). Ha realizado más de 60 cursos de formación Fue contralor municipal en el estado Miranda, cargo que ocupó por más de seis años. Se ha desempeñado como auditor, jefe de auditoría, jefe de administración y finanzas, director de administración, entre otros importantes cargos, del sector público y privado.  



1 comentario:

  1. ¡Fascinante análisis sobre la diversificación de la cartera! Destacar la importancia de gestionar tanto riesgos sistemáticos como no sistemáticos ofrece una visión integral. Considerando la eficiencia de la diversificación, considero que invertir en fondos indexados se puede presentar como una estrategia atractiva. Estos fondos, al replicar índices, proporcionan diversificación instantánea y ayudan a mitigar los riesgos específicos del mercado, brindando a los inversionistas una opción sólida para construir portafolios equilibrados y resilientes. ¡A seguir explorando opciones para una gestión de riesgos efectiva!

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