martes, 28 de julio de 2020


Una auditoría es básicamente una investigación. Siendo así, ¿qué es investigar? Como primera aproximación al término “investigación”, se puede hacer referencia a la etimología de la palabra. La misma proviene del latín in (en) y vestigare (hallar, inquirir, indagar). Por su parte, investigare proviene de vestigium, que pudiera señalar “en pos de la huella”, es decir, “en busca de una pista” para ubicar, localizar o encontrar algo. De ello parte el uso básico del término en el sentido de “averiguar o descubrir algo que se desconoce”. Corresponde entonces, la palabra investigar, a un término asociados a la idea de indagar averiguar, buscar, escudriñar, con el propósito de saber algo acerca de una cosa.
Un proceso de auditoría es en la práctica una investigación que utiliza un método establecido de aceptación general. Como investigación, según señala Ander Egg (2011), se tiene al conjunto de acciones reflexivas, sistemáticas, controladas y críticas cuyo objeto es el descubrimiento, la descripción, la explicación o interpretación de la realidad del entorno en cuanto a los hechos, fenómenos, procesos y relaciones que la compone. Es decir, que el auditor en su trabajo debe ejecutar una profunda labor reflexiva, racional, creativa e innovadora. De esa investigación el auditor debe obtener un conocimiento producto de la información que recaba y procesa luego de realizar un trabajo sistemático. Ese conocer del evento o examen que realiza requiere de sustento, pruebas o evidencias que respalden cualquier opinión que puede emitir al concluir su labor.

El trabajo del auditor, que consiste en el examen integral de la organización, o una parte de ella, se realiza siguiendo criterios específicos que pretende ofrecer objetividad a los resultados que se obtienen. El auditor efectúa su trabajo con el propósito de emitir una opinión razonable con respecto a lo que observó durante su labor. Dicha opinión se debe sustentar en un conjunto de evidencias que recabó en su oportunidad luego de la aplicación de las pruebas de auditoría. La evidencia de auditoría es la información que recoge el auditor dentro de su trabajo de investigación, con la cual le es posible llegar diversas conclusiones (Estupiñan, 2007). Ellas son una suerte de elementos probatorios que comprenden documentos físicos o virtuales, así como registros y otros elementos que confirman lo que se sustenta en el informe de auditoría.
Las evidencias de auditoría son los elementos probatorios que permiten sustentar las opiniones que emite el auditor. Ellas se obtienen al aplicar las distintas pruebas que se realizan durante el trabajo de investigación. La Norma de Auditoría Internacional (NIA) 500, en el punto 5 “De las definiciones”, literal c, precisa como evidencia la “información que usa el auditor para obtener las conclusiones en las que se basa su opinión como auditor”. También señala que “la evidencia de auditoría incluye la información contenidos en los registros contables que subyace a (sic) y/o es soporte de los estados financieros y otra información”. Como sustentos de la auditoría las evidencias deben ser verificable, es decir que cualquiera puede comprobar su existencia, pertinencia y objetividad. Esto asegura la transparencia e imparcialidad del trabajo que se realizó, así como de las conclusiones a las que se llegó. Por tanto, las evidencias deben ofrecer la prueba de la existencia de lo que el auditor afirma, obtuvo en su examen o investigación de campo o documental.
Para Arens, Elder y Beasley (2007), las evidencias de auditoría son “cualquier tipo de datos que utiliza el auditor para determinar si la información que está auditando ha sido declarado de acuerdo con el criterio establecido” (p.5). Esto indica que el rango o los tipos de evidencias que puede recopilar el auditor son muy amplios. En tal sentido, las evidencias pueden ser testimonios orales del auditado o cliente, las comunicaciones escritas que se obtiene de fuentes externas, las observaciones que efectúa el auditor al constatar los registros, libros, inventarios, procedimientos y tareas realizadas en la empresa, entre otros. Son muchas las fuentes que pueden generar evidencias. Todo va a depender de los objetivos del auditor y de la información que desea obtener.
Como menciona la NIA 500 las evidencias de auditoría son importantes debido a que sustenta la opinión del auditor en el dictamen relativo. Las evidencias manifiestan en sí misma la transparencia, objetividad y profesionalismos con el cual el auditor cumplió sus funciones. Cada opinión, información o juicio que emite el auditor debe estar suficientemente respaldado con medio probatorios. Por tanto, las evidencias resultan de suma importancia para sustentar la pulcritud y calidad del trabajo llevado a cabo en el proceso de auditoría. Son la columna vertebral o materia prima con la cual el auditor ofrece un producto acorde a los principios y normas que respalda la precisión de lo que el auditor expresa en su informe de auditoría.
Por su parte, para Fonseca (2007), la evidencia es acumulativa y se encuentra constituida por libros contables, registros y un conjunto de documentos que él llama “sustantivos”, tales como: cheques, transferencias bancarias, facturas, contratos, entre otros. En fin, las evidencias que recaba un auditor pueden ser de muchas fuentes y de diversos tipos. Lo importante es que las evidencias sean pruebas tangibles, verificable, y demostrable su existencia, para que sean útil en el sustento de lo que el auditor comunica de manera formal. Solo así, quedará demostrado la seriedad, objetividad y calidad de la auditoría que se llevó a cabo.
De acuerdo con la NIA 500 las evidencias deben ser suficientes y apropiadas. Para ello el auditor debe realizar las pruebas que consideren pertinentes y apropiada a los eventos o circunstancias que se investigan. Al respecto Estupiñan (Op cit) opina que se deben usar pruebas selectivas o sistema de muestreo estadísticos y no estadísticos, que permita extraer información de la revisión que se realiza. Con esto será posible lograr una seguridad razonable en cuanto a los procesos, procedimientos, actividades, cifras y presentación de los estados financieros que permitirán emitir una opinión que se plasmará en el informe de auditoría.

Al momento de diseñar y aplicar los procedimientos de auditoría es necesario tener en cuenta la confiabilidad, relevancia y pertinencia de los elementos probatorios que forman parte de las evidencias. Para ello, se debe considerar la fortaleza del sistema de control interno que posee la empresa. Mientras que el control interno sea más robusto, mayor será el grado de seguridad que tendrá el auditor con respecto a las evidencias que recaba y el valor probatorio de las mismas. Caso contrario cuando el control interno es deficiente. En esa circunstancia debe extremar las medidas para obtener elementos probatorios pertinentes. Ello le exigirá el cuidado en cuanto al diseño y aplicación de las pruebas, así como el control de las mismas.
Las evidencias de auditoría se obtienen luego de aplicar algún tipo de prueba, sujetas a un determinado método. Dicho método se refiere a los procedimientos de auditoría que son el grupo de técnicas que utiliza el auditor para recopilar la información que necesita para cumplir con su labor de investigación. Cuando se habla de técnica se hace referencia a las herramientas e instrumentos de trabajo que se utilizan dentro del examen que ejecuta el auditor (Mendivil, 2010).  Tales herramientas pueden ser, por ejemplo, cuestionarios, guía de entrevistas, guías de observación, cuadros resumen, análisis de datos, entre otros. Entonces, los métodos de auditoría definen los procedimientos y técnicas empleadas para obtener las evidencias. Para Hurtado de Barrera (2010), las técnicas corresponden a los procedimientos y actividades que ejecuta el investigador, en este caso el auditor, con el objetivo de recopilar la información necesaria que le permita alcanzar el conocimiento suficiente para llegar a conclusiones pertinentes. Debido a ello el auditor tiene la posibilidad de emitir una opinión razonable con respecto a las circunstancias o hechos que se examinan.

Los procedimientos de auditorías incluyen dos tipos de pruebas, la de control y las sustantivas. La primera son aquellas que se realizan para obtener evidencia de auditoría sobre la adecuación del diseño y operación efectiva de los sistemas de contabilidad y de control interno. La otra prueba se lleva a cabo para obtener evidencia de auditoría para detectar representaciones erróneas de importancia en los estados financieros.

Las evidencias forman parte de los papeles de trabajo que forma el auditor. Las pruebas que realiza, sus actividades y tareas, así como todo aquello que sea relevante se debe registrar para que exista la constancia de la labor que lleva a cabo el auditor. Esto es fundamental para documentar que los procedimientos y técnicas que se emplean durante la auditoría se ajustan a los principios y normas que rigen la materia. Esto permite tener la seguridad razonable de la calidad de los resultados que el auditor logra con su trabajo y que le permite posteriormente emitir su opinión en el informe de auditoría. Los papeles de trabajo son los documentos en los cuales el auditor registra, asienta y respalda los datos e información que recopila en el transcurso del examen o investigación que realiza (Mendivil, 2010). Los resultados de las distintas pruebas que el auditor aplica se reseñan en sus papeles de trabajo. Esos resultados se deben respaldar con suficiente evidencia, que debe ser, además, apropiada a la circunstancia. Con esto se puede demostrar la transparencia y confiabilidad de la labor que el auditor ejecuta.

El auditor debe obtener suficientes evidencias en el desarrollo de su trabajo. Además, debe estar seguro que las mismas sean apropiadas. Con ellos es posible que reduzca de manera aceptable los riesgos que existen en cualquier auditoría. Al lograr esto existe la posibilidad cierta de emitir una opinión razonable, así como derivar conclusiones ajustadas a los hechos. Por tanto, es muy importante el diseño y aplicación de los procedimientos de auditoría acorde con la naturaleza de la tarea que realiza. En tal sentido, debe prestar especial atención en las pruebas que realiza, las cuales deben estar apegadas a estrictos controles de calidad que permita tener la seguridad razonable de los resultados que arroja. En todo caso, es fundamental que el auditor considere los factores relevantes y utilice su buen juicio profesional.  

Cuando se indica que las evidencias deben ser apropiadas, la NIA 500 la asocia a la medida de la calidad de las mismas. Por su parte, la calidad se asocia a la relevancia y confiabilidad de las evidencias en cuanto a la posibilidad de proporcionar los soportes para las conclusiones que justifican la opinión del auditor.  La confiabilidad de las evidencias depende de su fuente de origen y su naturaleza, relacionada con las circunstancias particulares existente al momento de su obtención.  Con respecto a la suficiencia de las evidencias, Estupiñan (Op. cit) señala que ocurre cuando la cantidad de las mismas sirve como medio de prueba de una determinada opinión del auditor.

Además de lo que se señala en la NIA 500 con respecto a que las evidencias deben ser suficientes y apropiadas, Arens et al (Op. cit.) indica que adicionalmente las mismas deben ser competentes o confiables, y además relevantes. “La competencia de la evidencia refiere al grado en que las evidencias pueden considerarse como creíble o digna de confianza” (p. 164). Las evidencias competentes permiten al auditor llegar a conclusiones sobre la imparcialidad de la información que se presentan en los estados financieros. Para los mencionados autores, los términos competentes y confiables son sinónimos. Por su parte, la relevancia ocurre cuando las evidencias se encuentran relacionadas o son relevantes para el objetivo de la auditoría. Es decir, que los elementos probatorios permiten lograr el objetivo que se persigue en el examen que se realiza. Justamente, el objetivo o finalidad de la auditoría influirá en el alcance, así como en el diseño de los procedimientos que ejecutará el auditor. De acuerdo al objetivo que se plantea se aplicará determinada prueba, técnica y herramientas. 

Al respecto, para Gustavo Cepeda (1997), las evidencias que obtiene el auditor en el transcurso de su trabajo deben ser válidas, apropiadas y consistentes. Se refiere el autor a la validez de las evidencias cuando las mismas se recopilan de una fuente independiente a la empresa. Esta situación permite tener mayor confianza de la veracidad de la información. Asimismo, existe menos posibilidad de manipular las evidencias cuando ellas se reciben de fuentes externas. Por ejemplo, una confirmación de saldos bancarios obtenido del banco que maneja la cuenta de la empresa, tiene mayor seguridad que si se recaba del propio cliente. De igual manera, cuando las evidencias se obtienen de una organización que tiene un control interno satisfactorio, las mismas generan mayor confianza, que cuando la institución posee un control interno deficiente (Cepeda, ibidem). Adicionalmente, las evidencias que recaba el auditor por medio de la aplicación de procedimientos de auditoría que emplea de forma directa, es mucho más confiable que la que obtiene de manera indirecta. Cuando la evidencia la recopila el auditor luego de aplicar un examen físico, una inspección u otra técnica, tiene la certeza razonable de que la información que obtiene es consistente con los hechos. Asimismo, su opinión será diferente si la información se la suministra un tercero dentro de la empresa. Pudiera tener una duda razonable de la confiabilidad de la misma.

El auditor basa sus conclusiones, opiniones y dictamen en las evidencias que recaba. Por ellos debe asegurar que las mismas sean suficientes y oportunas. La mayor parte de su trabajo consiste en obtener y evaluar esas evidencias, por lo cual debe prestar especial atención con esta actividad. Ello le exige la planeación, diseño y aplicación de los procedimientos de auditorías que sean necesarios. De acuerdo a la NIA 500, los procedimientos de los que puede valerse en auditor son, entre otros: las inspecciones, observaciones, confirmación, recálculos, reproceso y procedimientos analíticos. En todo caso, es fundamental la gestión que realiza el auditor para proveerse de las evidencias necesarias que sustente su trabajo. De ello depende el éxito de su labor y de la calidad del servicio que presta a su cliente. Ningún esfuerzo adicional estará demás.


Referencias Bibliográficas

Ander Egg, E. (2011). Aprender a investigar: nociones básicas para investigación social. 1ª ed. Córdoba-Argentina: Editorial Brujas.
Arens, A., Elder, R. y Beasley, M. (2007). Auditoría. Un enfoque integral. 11va ed. México: Pearson Educación.
Cepeda, G. (1997). Auditoría y control interno. Santafé de Bogotá: McGraw-Hill Interamericana, S.A.
Fonseca Luna, O. (2007). Auditoría gubernamental moderna. 1ª ed. Lima: Instituto de Investigación en Accountability y Control-IICO.
Hurtado de Barrera, J. (2010). Metodología de la investigación: guía para la comprensión holística de a ciencia. 4ª ed. Caracas: Quirón Ediciones.
Norma Internacional de Auditoría (NIA) 500. Evidencia de Auditoría.

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