domingo, 5 de julio de 2020

El Poder de la Visión Personal




Todas las personas deben tener sueños, aspiraciones y metas concretas. En pocas palabras, una visión, algo que quisiéramos lograr, un lugar a donde llegar, alguien que deseamos ser. Ese destino utópico en principio, pero que con esfuerzo podemos alcanzar. Tenemos la capacidad de atraer lo que queremos con nuestros pensamientos, con una visión poderosa, vívida, que nos identifique con lo que somos, pero mejor, con lo que añoramos ser. Esa visión que te transforma como individuo, o cambia nuestro destino; que se convierte en nuestra brújula. La visión es nuestro mapa de navegación, para llegar al puerto deseado, no adonde nos lleve el viento. Visión que nos permite ser sujeto, no objeto.
Todo lo que pasa, ocurre porque lo atraemos. Las cosas buenas que nos suceden son producto de la construcción que nosotros propiciamos, conscientemente o no. El punto clave resulta, entonces, en enfocarse en lo que se quiere, en lo que se anhela. Es necesario apuntar a lo que se aspira con pasión. Debemos visualizar nuestros objetivos, salir del mundo de las ideas y crear la energía que genere las acciones necesarias para acercarnos cada vez más a lo que perseguimos. Visualizar con fe, con pasión. Debemos, erigir imágenes, sentirla, atraparlas en nuestro interior y hacerlas partes de nuestra estructura de pensamiento. Somos lo que pensamos. Si cavilamos positivamente, atraeremos cosas generosas y propicias para nuestro crecimiento. De igual forma, reflexiones negativas conducen a estados similares. Construimos nuestra realidad dos veces. Primero, en el mundo de las ideas, en nuestros pensamientos y luego en la realidad física. 
Visualizamos y actuamos. Primero, la visión, y luego, la acción.
Las ideas que construyen la visión personal tienen la oportunidad de convertirse en cosas, en hechos tangibles, en realidades logradas luego que la visualizamos y emprendemos el camino con las acciones, las emociones y el empeño de creer en uno mismo. Sí crees en ti, lo harás, tendrás el poder, la capacidad para ello; en caso contrario, también harás cosas, pero siguiendo el designio que otros te impongan. Ese es el riesgo de colocar tus sueños en segundo plano, o, no creer lo suficiente. La gestión, con poca fe de tu vida, debe ser parte integral de tu yo.
En necesario enfocar todos los esfuerzos necesarios para ser positivos, más allá de la realidad que nos rodea. Que el entorno, la incertidumbre, los riesgos de vivir, no sean factores condicionantes que opaquen la intención de sentirte bien, con fe y esperanza. Justamente, el ser positivo permite ese estado ideal de sentirse bien, conforme con uno mismo. Nadie que tenga sentimientos negativos, que siente pesar por sí mismo, puede tener un estado de ánimo distinto. Quien se siente bien toma mejores decisiones, asume retos, lo intenta y a través de su perseverancia casi siempre lo logra. En caso de fallar, lo vuelve a intentar, hasta alcanzar sus metas. El pesimista siempre tiene una excusa, una razón que se transforma en una barrera infranqueable que lo paraliza. Ni el optimista, ni el pesimista se equivocan. Como diría Henry Ford: "Sí, crees que puedes o no puedes, igual tienes la razón”. 
Sí, crees en ti, tienes razón, pero si dudas, también la tienes.
Tener claro lo que aspiramos, por muy obvio que parezca, es un requisito fundamental para el éxito personal. Sin embargo, aunque parezca contrario a la razón, muchos se enfocan en lo que no quiere. En la relación amorosa que no quieren, pero que mantienen de forma tóxica, el empleo que no desean, pero que lo asumen para ganar algo cada quince días. En fin, existen muchos ejemplos de esa conducta que consume al ser humano y los mantiene en un estado de inconformidad que nubla su mente, condiciona sus pensamientos y equivoca su visión de lo que quiere ser.
La visión personal no es más que una construcción mental. Debemos entender que todo lo que somos es producto de lo que pensamos. Nada sale de la nada. No es el destino, ni la casualidad. El lugar que ocupamos hoy es el resultado de múltiples acciones que realizamos, o dejamos de hacer, en el pasado. Somos consecuencia de nuestras decisiones, de nuestro impulso, de nuestras preferencias. Somos nosotros los responsables. Que otros nos guiaran, nos sugestionaran o nos impulsaran a tomar caminos distintos a los que queríamos, de eso también somos responsables. En este caso pensamos lo que otros querían que pensáramos. Todo lo que pensamos se crea. El pensamiento crea la visión. Entonces, es mejor que esos pensamientos sean propios, no es otros. No de nuestros padres, familiares, maestros, consejeros, amigos o ídolos. Nuestros.
Pensar bien, para sentirse bien. El bienestar personal, el sentirse agradado de uno mismo, el tener una adecuada autoestima, permite visualizar situaciones positivas, acordes con un futuro mejor. Uno recibe lo que siente. Te siente mal, inseguro, frustrado, con ira, inconforme, sin fuerza, ni esperanza, ello es el resultado de un estado mental. Consecuencias de ideas mal diseñadas que forman parte de tu programación. Esos sentimientos negativos te alejan del éxito. Son mala vibra. ¿Quién quiere estar con persona así? Entonces, el secreto es sentirse bien. Bien a lo interno y a lo externo. Las ideas y los sentientes atraen. Ideas positivas, sentimientos positivos, atraen a similares. También sucede lo contrario. Las cosas semejantes se atraen. ¡Síganme los buenos!
Es necesario creer. Se debe luchar contra las dudas que siempre atacan. Si la visión es sólida, si se creen en ella, si se tiene una fe inamovible en que la alcanzarás, será más fácil vencer a ese estado dubitativo que se aproxima acechante. ¿Quién no ha tenido dudas al leer la prensa o ver los noticieros? Nunca debemos dejar que las dudas se siembren en nuestros pensamientos. Ellas son como la hierba mala que agobia a la buena. La seca y la mata. Se debe creer que la felicidad no es una promesa, sino un hecho real, tangible, y que es un compromiso de la vida para con nosotros. Buscar la felicidad como recompensa, es una obligación de todos los días. Que no te vayas a la cama sin tener algo que recordar de ese día que puede ser reconocido como un momento de felicidad. No se debería tenerse el derecho de perder el tiempo en atesorar los fracasos. Ellos deben sacudirse, como el caminante se sacude el polvo del camino.
Cultivar la virtud de recibir es imprescindible para el cumplimiento de la visión. Debemos estar preparados para concretar lo que pensamos, deseamos y luchamos para ello. No es un regalo, es un premio a la constancia, al trabajo, a la lucha. Es un merecimiento. La aceptación como sentimiento, debe ser un motivo de orgullo. Ahora bien, debemos tener presente que para recibir es necesario requerir. Ello, es una muestra de valentía. El cobarde no pide, espera que le den. Debemos apetecer con fe, sin arrogancia, pero con convicción de que nos merecemos eso que requerimos. Que sepan lo que queremos.
En fin, la visión personal, como construcción mental es un requisito para el éxito. Debemos tener la convicción absoluta de que, lo que se ambrosiana con fe, con energía, con perseverancia, con entusiasmo se cumple. El éxito viene de nuestro interior, no fuera de nosotros. Debemos creer en quienes somos, para que luego, otros también crean. Todo radica en el modo como pensamos, en lo que la mente concibe como real. Es el poder creativo de nuestros pensamientos. Ellos son la causa de todo. Cómo pensamos, actuamos. Somos lo que construimos en nuestra mente. Nos ven, según dibujamos, nuestros pensamientos. Ellos nos delatan, tarde o temprano. Asumamos el reto de tener una visión personal que inspire y trace nuestro destino.  
 
 Para conocer mis servicios profesionales, le invito a ver el siguiente video: 






No hay comentarios:

Publicar un comentario