domingo, 28 de agosto de 2022

Algunas cualidades de los emprendedores

 

Los emprendedores, que a través de su acción dan vida a los distintos emprendimientos que alimentan el aparato productivo de una economía, son cada vez más relevantes para el desarrollo y crecimiento de cualquier país. Gracias a ellos, cuando tienen éxito, se generan nuevas fuentes de empleo, se incrementa la riqueza y la producción, se atienden necesidades, se resuelven problemas y se mejora en forma agregada la calidad de vida de la sociedad. Por tanto, es imprescindible prestarle atención, ofrecerle un entorno propicio para que asuman riesgos y crearle las condiciones para incentivarlos a llevar a cabo lo que mejor hacen: desarrollar oportunidades de negocio que benefician a todos. 

Un emprendedor en principio es todo aquel individuo que asume el riesgo de formar un negocio, de formar una empresa (Amaru, 2008; Longenecker, Moore, Petty y Palich, 2007). Asimismo, señala Amaru (2008) que el término emprendedor proviene del latín “imprendere”, que implica “tomar decisiones para lleva a cabo una tarea difícil o que requiere de mucha labor”. En francés el término que corresponde es “entrepreneur” y en inglés se expresa como “entrepreneurship”. Ambos se asocian a un comportamiento clave que se conoce como “espíritu emprendedor”. Este busca explicar esa fuerza que muestra cada emprendedor para asumir riesgos, movilizar recursos y conformar iniciativas comerciales que le permita llevar a la realidad ideas para aprovechar las oportunidades percibidas del mercado. En definitiva, como lo indica Longenecker et al (2007), un emprendedor es aquel que constata las necesidades que subyacen en su entorno y decide crear un nuevo emprendimiento para satisfacerlas. 

Toda iniciativa de negocio debería surgir de una idea sobre cómo atender alguna necesidad insatisfecha que existe en el mercado o que posee un grupo de potenciales consumidores. La idea del millón, se pudiera decir. Esa dupla, idea y necesidad, explica el origen de cualquier emprendimiento exitoso. Ambas deben estar presentes para que exista esa energía que las empresas requieren para sobrevivir. El esfuerzo y la lucha que lleva a cabo un emprendedor sirven a la sociedad que desea satisfacer un deseo, resolver un problema o lograr obtener algo que precisa. El modo en cómo se le suministra eso que espera se realiza por medio del diseño e implantación de lo que en la bibliografía tradicional se le llama modelo de negocio que no es más que la idea que se lleva a la práctica. Todo esto se debe acompañar con recursos de diferentes tipos, no solo los económicos, que son fundamentales, pero insuficientes. 

Al respecto, Vainrub (2004), señala que los factores que pronostican el éxito de cualquier emprendedor son muchos, pero existen tres que resultan determinantes. El primero de ellos, es la idea o la oportunidad, luego los recursos necesarios para aprovechar eso oportunidad y por último, el propio emprendedor o empresario quien promueve y gestiona lo necesario para transformar esa idea en realidad. Todo ello, según este autor, debe estar conformado en un plan de negocios que sirve como guía para la acción. Por su parte, para Gibb y Ritchie (1982) existen cuatro elementos esenciales para el acierto en el desarrollo del emprendimiento, los cuales son, la idea de negocio, la disponibilidad y obtención de recursos, la habilidad del emprendedor y todo concatenado a un adecuado nivel de motivación y compromiso. 

De esos factores, el de mayor relevancia es el propio emprendedor. Puede existir una buena idea producto de la detección de una necesidad real del mercado. Asimismo, es posible que existan recursos para financiar la concreción de la misma, con la cual se busque el aprovechamiento de la oportunidad latente. Sin embargo, se precisa de la inteligencia de un líder, de un visionario que por medio de su talento y esfuerzo haga posible el éxito del negocio. Siguiendo a Vainrub (2004), las ideas pueden cambiar, las oportunidades desaparecer y la fuente de recurso desvanecerse, pero la posibilidad que se cuente con un individuo que se adapte a estas vicisitudes y que explore soluciones es un factor clave de éxito para la gestión empresarial. Ese emprendedor, propondrá novedosos proyectos, estudiará nuevas oportunidades y animará a otros para que aporte los fondos que se requieren. Es decir, se sobrepondrá a las dificultades y labrará en nuevo camino. Ese es justamente, la característica representativa de todo emprendedor exitoso: la perseverancia, la motivación y la fe en que siempre se pueden superar las vicisitudes. En pocas palabras, debe ser un inspirador que movilice y entusiasme a otros en lo que cree. 

Una de las características fundamentales de cualquier emprendedor exitoso son sus dotes de liderazgo. Por su puesto, que ello no le asegura nada, pero carecer de esa cualidad si pronostica serias dificultades para lograr sus objetivos. Es un atributo deseable del cual existen opiniones encontradas de si se nace con él o se puede aprender. No obstante, ello será discusión en otro artículo. Como expresa Vainrub (2004), un líder posee muchos rasgos escasos que deben combinarse para realmente impactar en su ámbito de acción. En todo caso, el emprendedor como líder debe tener un perfil que posea la mayor parte de las siguientes condiciones: empuje, motivación, honestidad, integridad, autoconfianza, conocimientos de la actividad que desempeña y habilidad cognitiva. (Vainrub, op. cit.). Es necesario que tenga la capacidad de manejar gran cantidad de información, para integrarla y darle un sentido coherente que le permita establecer estrategias y tomar decisiones. 

Por otro lado, siguiendo a Amaru (2008), el perfil de un emprendedor se debe caracterizar por ser creativo, dispuesto a tomar riesgos, optimista, perseverante, mostrar claro sentido de independencia y capacidad de concretar sus ideas. Con respecto a la creatividad, es indudable que se requiere que el emprendedor cuente con esta condición, o por lo menos tenga la inteligencia suficiente para rodearse de personas con dicha fortaleza. Quien emprende debe buscar crear o innovar en los servicios y bienes que ofrece a su público objetivo. Mientras mayor sea su factor diferenciador, más posibilidad de ser exitoso en un medio lleno de competencia. El imitar es una mala decisión que por lo general explica el fracaso de muchos intentos de llevar a cabo nuevos emprendimientos. 

El correr riesgos es parte de la vida de todo emprendedor. Crear un nuevo emprendimiento está sujeto a muchos factores que se encuentran fuera del control de quien lleva a cabo la gestión del negocio. Existe un alto nivel de incertidumbre y casi nunca se tiene una información certera de los elementos que confluyen en la acción comercial. Se puede planificar con el uso de las mejores técnicas y modelos de previsión, pero en realidad es imposible conocer a priori hasta qué punto esos escenarios son posibles. Se puede pensar que la demanda del bien o servicio que se ofrece es suficiente para generar los ingresos que cubran los costos y gastos que acarrea la propuesta económica, pero puede ocurrir que esas erogaciones sean superiores a las estimadas o que tal vez el mercado se comporte distinto a lo esperado. Todo es posible; sin embargo, el verdadero emprendedor supera sus miedos y arriesga en muchos casos todo lo que tiene para ir tras sus sueños. Quizás este sea el elemento que separa a estos individuos de otros que se conforman con vender sus talentos a terceros. Los emprendedores se lanzan a una carrera llena de obstáculo con la firme convicción del éxito, sabiendo que ese intento no será una tarea fácil. 

El mundo del emprendimiento está negado al pesimista. Es un campo para aquellos sujetos que por naturaleza son optimistas. Para los que se encuentran convencidos de que pueden lograr sus objetivos y metas. Se requiere que tengan la confianza de poder superar cualquier contratiempo y sobreponerse a la adversidad si esta se presenta. Justamente, ese nivel de compromiso con su sueños e ideas les permiten correr riesgo bajo la perspectiva que al final su vida será prospera, llena de felicidad material y hasta espiritual, si se puede decir. 

Al mismo tiempo que optimista, el emprendedor debe ser perseverante. Debe tener la capacidad de darlo todo, hasta la última gota de su esfuerzo para lograr lo que se propone. Ante una derrota, debe mostrar el coraje de seguir adelante hasta alcanzar el éxito. Al enfrentar una adversidad debe contar con la energía y la fuerza para empujar hacia adelante mirando el futuro como un destino posible que espera por su llegada. En fin, se necesita que su energía vital sea superior a los retos que el mundo de los negocios le pone como medio de selección natural. Sobreviven los más aptos. 

El emprendedor, como lo comenta Amaru (2008), muestra un alto sentido de independencia. Es poco propenso a la subordinación de otros y es más bien autónomo en su accionar. Trabajar como dependiente es un escenario que le resulta ajeno a sus intereses personales. En regla general, es un sujeto que quiere aprovechar las oportunidades que existe en su entorno por medio de sus propias facultades y talentos, en lugar de aprovecharla para otros. 

Quien emprende debe tener la capacidad de llevar a la ejecución sus ideas de negocio, de cristalizarla en la realidad. Es decir, debe contar con el poder personal suficiente para avanzar del dibujo mental a los hechos. Debe ir a la concreción. Allí se diferencia de la mayoría que dejan las ideas en el campo de su mente particular, en donde reposan en un sueño que nunca termina. El emprendedor transforma sus pensamientos e inquietudes en proyecto, luego le fija fechas, límites y control de acción. Para él la idea deja el territorio de lo insustancial y pasa al campo de lo material. Cuenta con el espíritu empresarial que lo conmina a asumir riesgos, controlar su temor a la incertidumbre y ser proactivo en función a los objetivos y metas que se plantea llevar a cabo. 

Un emprendedor debe tener una clara capacidad empresarial que le permite gestionar sus miedos de un modo racional. Una empresa en su esencia se fundamenta en que existe en un entorno riesgoso, lleno de competencia y cambio constante. Se mueve en un medio en donde la incertidumbre es la forma común de intercambio de información. Entonces, esa potestad empresarial, por supuesto, no debe hacerlo un irresponsable valiente, pero si un comedido visionario que comprenda el mundo de los negocios. Se estima que sea un innovador y use su creatividad para el desarrollo económico de la firma que gerencia en función al bien propio y de los consumidores que atiende. 

Para Kao (1989), mencionado por Alcaraz Rodríguez (2011), el emprendedor es un ser que muestra características particulares, a saber:

Compromiso total, determinación y perseverancia.

Capacidad para logra la metas que se propone.

Orientado a objetivos y fines específicos.

Iniciativa y alto nivel de responsabilidad.

Persistente para busca soluciones de problemas.

Realista ante los eventos que lo afectan.

Con alto grado de confianza en sí mismo. 

Enérgico

Alto nivel de control interno.

Asume riesgos calculados. 

Es un ser íntegro y confiable. 

Tolerante al cambio. 

El rol del emprendedor en la comunidad es vital para su desarrollo y crecimiento. En el mercado existen empresas de gran tamaño y otras un tanto menor, pero todas buscan suministrar bienes y servicios que la población requiere. Solucionan problema y atienden necesidades a cambio de un beneficio económico. Sin embargo, esas organizaciones son insuficientes para atender todo lo que exige la sociedad, o bien, suministran soluciones estándar que en oportunidades no son del todo ajustada a lo que quiere el cliente. Es allí donde entra en juego el emprendedor, que entendiendo esa realidad puede crear y ofrecer eso que en particular busca el consumidor. Por consiguiente, es un integrante del entramado empresarial que de una forma más directa y cercana posibilita mejorar la calidad de vida del entorno. 

Para finalizar, se puede decir que un emprendedor es aquel individuo de la sociedad que por medio de la puesta en práctica de su espíritu empresarial cristaliza una idea de negocio. La misma surge debido a que detecta una necesidad del mercado y busca atenderla o satisfacerla y con ello logra un lucro que se merece. Es una persona con cualidades especiales que le permite asumir riesgos, ser perseverante, creativo y al mismo tiempo inteligente para entender el tamaño de la responsabilidad que implica convertirse en empresario. Es un líder con facultades empresariales que lo diferencia de la mayoría de los integrantes de la comunidad. En fin, cada emprendimiento tiene detrás de si a un sujeto que se arriesga y apuesta al éxito, sin desconocer que ello no es una tarea fácil y que puede ganar mucho o incluso, perderlo todo. De allí su importancia para cualquier sociedad que desee tener calidad de vida material. 

Referencias bibliográficas

Alcaraz Rodríguez, R. (2011). El emprendedor de éxito. 4ta ed. México: McGRAW-HILL/INTERAMERICANA EDITORES, S.A. de C.V. 

Amaru Maximiano, A. (2008). Administración para emprendedores. Fundamentos para la creación y gestión de nuevos negocios. 1era ed. México: Pearson Educación de México. 

Gibb, A. y Richie, J. (1982). Entendiendo el proceso de creación de los pequeños negocios. European Small Business Journal, vol 1: 26.46.

Longenecker, J., Moore, C. Petty, W. y Palich, L. (2007). Administración de pequeñas empresas. Enfoque emprendedor. International Thomson Editores, S.A. de C.C. México. 

Vainrub, R. (2004). Convertir sueños en realidades. Una guía para emprendedores. Caracas: Ediciones IESA.


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