Las empresas para producir los bienes y servicios que ofrece a sus clientes asumen una serie de gastos y costos que significan sacrificios financieros. Son recursos que se consumen para poder cumplir sus objetivos. Sin ello, sería imposible generar ingresos, atender sus compromisos internos y externos y lograr ganancias. Por tanto, una de las funciones de mayor relevancia para su supervivencia y éxito es la gestión de sus costos. En tal sentido, debe calcular de una forma eficiente lo que le cuesta la producción lo que vende o el servicio que presta, determinar los ingresos que obtiene por las ventas e implantar un sistema de costos (Eslava-Zapata et al., 2022). Para esto necesita diseñar la estructura de costos y manejar los presupuestos correspondientes. Se requiere que pueda reunir, organizar y comunicar toda la información posible con respecto a sus operaciones (Rojas Ruiz et al., 2016). Al final, se busca contar con herramientas que posibiliten conocer los costos unitarios, los precios de venta y la consecuente rentabilidad.
Un sistema de costos adecuado permite a una empresa el control que requiere para facilitar el logro de sus metas y objetivos (Rojas Ruiz et al., 2016). Con el mismo se busca obtener información precisa y oportuna para la toma de decisiones, tanto operativas como estratégicas. En tal sentido, como señalan Rojas Ruiz et al. (2016) y Gallegos et al. (2023), el sistema de costo se compone de un conjunto de procedimientos, técnicas, registros y documentos formales que se estructuran en función a una teoría contable de aceptación general. Los sistemas de costos se pueden clasificar en diversas categorías (Gallegos et al., 2023). Se tiene el costeo histórico o predeterminado. En otros casos, se gestiona como costos estimados o estándar, o según su comportamiento en variables y fijos o semivariables. También se encuentran los costos directos o por absorción. Además, de acuerdo con las prácticas de acumulación de los costos, se identifican como costos por órdenes de producción o pedido de trabajo, por proceso, híbrido y sistema de costo basado en actividades (Arias Montoya et al., 2010; Gallegos et al., 2023). Con respecto a este último se ofrecen algunos comentarios.