Las empresas nacen con un deber social inherente a sus propias funciones: satisfacen necesidades de la
sociedad, para lo cual cobran un precio y obtienen un beneficio. No obstante,
ese compromiso se queda corto antes las exigencias del entorno. Ahora se requiere
que sean socialmente responsables, es decir que practiquen la Responsabilidad Social Empresarial
(RSE). Esta se refiere a las obligaciones que deben cumplir las organizaciones
que les permita brindar la adecuada atención a todos los involucrados, pero
respetando a la gente, los valores éticos, la comunidad y al medio ambiente,
buscando el logro del bien común (J. Cajiga Calderón, s/f). Gran parte de las
decisiones que asume las organizaciones muestran un efecto en su contexto de
influencia, por tanto deben responder por las consecuencias de las mismas. Es
indudable que la RSE tiene impacto en la gestión del negocio e influye de un
modo determinante, debido al alto componente ético y moral que posee. Sin
embargo, pueden asumir dicha política sea de una manera forzada o voluntaria,
hecho que depende de las expectativas y deseo de los accionistas o directivos
de la corporación. En función a esto se comenta sobre los aspectos de la ética,
la moral y su relación con el criterio de las organizaciones socialmente
responsables.
Al tratar el tema de la ética se señala a la filosofía como disciplina y a la moral como objeto de estudio (I. Pérez, s/f). La ética la consideran muchos como un campo reservado para las discusiones académicas de filósofos y teólogos. Sin embargo, la dimensión moral de la conducta humana se estudia en varias disciplinas como la psicología, la educación y otras tantas ciencias sociales. Esto se debe al criterio compartido sobre el carácter racional del hombre (o mujer), su capacidad para reflexionar con respecto a elementos esenciales de la vida, facultad que le permite distinguir entre el bien y el mal, de lo propio e impropio y de lo que es correcto o se sustenta en valores y principios.
El ser
humano es un ente social, cuyo estilo cotidiano de vida exige la ejecución de
acciones que afectan de alguna forma a los demás miembros del grupo, o los
grupos, con los cuales se interrelacionan. Estas actuaciones individuales se
circunscriben al comportamiento, a la manera de entender y de interpretar las
circunstancias de los hechos a los cuales se responde. De igual modo, están
influenciadas por el marco histórico, los prejuicios y las alternativas que la
colectividad ofrece a determinados eventos o fenómenos. Quiere decir que en
algún momento una conducta es aceptada, pero ese mismo proceder en otras situaciones
no. Es una cuestión de relativismo social. Por ejemplo, en la época de la
colonia tener a un individuo como esclavo era una práctica aprobada por la sociedad,
era más bien algo que se consideraba natural. No obstante, ello es inaceptable
en la actualidad, y sería una acción socialmente aborrecida.
El
comportamiento antiético e inmoral afecta a la sociedad y a quienes la sufren.
Son muchas dudas que pueden surgir en un mundo lleno de contradicciones,
convulsiones y crisis recurrentes. Individuos en el borde de abismos
existenciales, sin una visión clara de la vida, perturbados por un entorno
hostil y que le ofrece pocas oportunidades. Sumatoria de seres humanos que
buscan un motivo, una esperanza. En fin, un mundo desesperanzador en el cual la
bondad y compasión parecieran no tener cabida. Aquí la semilla de la ética y la
moral carecen de tierra fértil y pareciera que todo vale. Sin embargo, ello
jamás es absoluto. Siempre cabe la posibilidad de que el bien se abra paso y
permita cambiar la realidad y la marcha del destino aparente. De esto habla la
historia. Momentos desoladores que engendran a sus líderes, agentes de cambio que
inspiran y producen trastorno en el estado de cosas. Sujetos imbuidos por una
fe inquebrantable que se sustenta en la ética de su conducta y en la moral de
sus convicciones.
La ética
es una disciplina de la filosofía, rama del conocimiento que intenta adentrase
en los aspectos de mayor relevancia del saber general humano. La ética también
es conocida, siguiendo a Warburton (2000), como filosofía moral. Según Rojas
(2005) ética sé “deriva de éthos que significa costumbre” (p. 121), es decir
denota una forma habitual de actuar. Para Ángel Martín (2009). “la Ética tiene
por objeto el estudio y el análisis de la moral. La Ética no hace ni
predetermina la moral: se hace a partir de la moral, surge del análisis y
reflexión sobre la praxis…” (p. 21). Es por ello que la ética es considerada
como la ciencia de los hábitos, debido a que proviene de la naturaleza del
hombre y de los medios ordenados a conseguirlo, ya sea en razón del impulso
motor de la conducta humana y de los eventos que la determinan. La ética trata
de los actos, el carácter, el comportamiento y los individuos, como poseedores
de los mismos. Su marco de desarrollo, además, muestra especial interés en el
discernimiento de la bondad o la maldad, llevada a cabo por los seres humanos.
La ética es la ciencia y la moral es el objeto de investigación.
La ética
es un hecho racional, pues se basa en la razón para la concepción de su modelo
de acción. El bien o el mal, como forma de comportamiento, dependen de actos
razonados de quienes los ejecutan. Ellos están conscientes de sus acciones y
consecuencia, para sí mismos y para con los demás. La comprensión de la ética
como ciencia inherente a la filosofía, busca los conocimientos necesarios que
permita a los seres humanos la mejor elección de conducta con el propósito de
preservar su estabilidad en la sociedad, sirviendo de guía con respecto al modo
de cómo deben actuar, para alcanzar lo bueno, la felicidad y evitar la
autodestrucción producto de decisiones alejadas del sentido común.
En el
ámbito empresarial, la ética se encarga de estudiar las conductas de las
organizaciones en cuanto a las acciones que ejercen, y cuál debe ser su forma
de actuar de manera tal que hagan lo correcto en lo que respecta a su relación
con las comunidades, mercados, grupos y demás interesados con los cuales se
relaciona. Como señala I. Pérez (s/f), basada en Adela Cortina, la ética de la
empresa se sustenta en un estilo de comportamiento cívico, visto como un modelo
comunitario que se integra a su cultura organizacional. El estudio de la ética
sé aplicable a las empresas debido a que son entidades conformadas por seres
humanos. Por tanto, el conjunto de comportamientos de los mismos afecta de un
modo u otro a las instituciones como un todo.
La ética
se presenta como acción y práctica de aplicación moral a partir de los últimos
treinta años del siglo XX en respuesta a la necesidad de la colectividad. Ella
precisa de atención en los temas que se plantean desde el punto de vista de esa
ética aplicada que forma parte de la realidad social. Además, señala que ser
socialmente responsable significa cumplir con las obligaciones legales que
imponen a la empresa, pero también debe ir mucho más lejos. Requiere de la
voluntariedad de actuar en función a nuevas exigencias en favor del capital
humano, respeto sincero por el medio ambiente, ser un mejor ciudadano
corporativo y pretender el logro del bien común (José Fernández (1999), C.P. I.
Pérez, s/f). Siendo la RSE componente de una filosofía moral la misma es
decisiva para la supervivencia de la sociedad en su conjunto y lo es igualmente
para la organización que la práctica. Ser bueno, es conveniente para todos.
Mantiene el equilibrio del sistema a través de intercambios de reconocimientos,
aceptación y apoyos mutuos sostenibles: comunidades y empresas interactuando en
armonía.
Un
concepto íntimamente relacionado con la ética es la moral que es la teoría
razonada del bien y del mal. Este es un tema normativo, puesto que instaura las
reglas que aclaran lo que resulta bueno y lo que es malo en el comportamiento
humano en sociedad. La moral permite determinar lo que se debe llevar a cabo y
lo que no; lo permitido y lo prohibido, desde la perspectiva del fenómeno
social. La moralidad, por tanto divide las acciones en aceptables e
inaceptable.
La moral
constituye las reglas y principios que se deben seguir y por los cuales se
juzga a un individuo. Por tanto, la moral orienta la conducta del ser humano de
forma directa, dado que establece los puntos de referencia que permiten
determinar, en circunstancias cotidianas, qué acciones son buenas, malas,
correctas o incorrectas y cuál es el impacto de las mismas. La moral, en cuanto
a objeto de estudio de la ética, es el conjunto de valores, normas y prácticas que
moldean la acción humana desde la configuración de la bondad y del ser bueno
(I. Pérez, s/f). Esta es parte de una reflexión racional de lo que es el bien y
su relación con los juicios morales.
Según lo
menciona Loada (2006), la moral es el “arte de vivir”. Para este autor, la
moral es un arte, distinto a la ética que se define como la ciencia que estudia
el comportamiento de los individuos en sociedad. Por su parte, el arte es “el
conjunto de conocimientos teóricos y técnicos, las experiencias y las destrezas
que son necesarias para desempeñar con maestrías una actividad” (Loada, 2006:
p. 17). La moral busca que el ser humano cumpla con principios básicos que le
permitan sentirse bien, realizado, en armonía, en equilibrio, tanto físico como
espiritual. Que tenga su “conciencia tranquila”. En virtud de la moral es
posible tener el conocimiento necesario para saber cómo actuar en determinadas
circunstancias en las cuales se exige el uso de la razón para la toma de
decisiones.
Al igual
que la ética, la moral parte de la premisa básica de la racionalidad. Lo
racional basado en normas y principios está íntimamente relacionado con los
hábitos y la conducta que los sujetos tienen en sociedad. El autor Ángel Martín
(2009), señala que “la moral como un sistema de normas, preceptos y deberes que
regulan los actos humanos individuales y sociales en función de la bondad o
malicia de los mismos” (p. 21). La moral por tanto, es un hecho fundamental
para la vida en colectividad, en virtud a que ella crea el marco de tolerancia
que permite la concertación de las condiciones mínimas de aceptación del otro.
Las reglas, leyes, costumbres y respeto, son elementos fundamentales de la
moral.
Las
organizaciones deben comportarse ante la comunidad a la cual sirven de acuerdo
con lineamientos éticos en su concesión y morales en su actuación, con el propósito
de lograr el bien común y el anhelado bienestar social. Ello es una
contribución determinante para la sociedad. Practicar la RSE como forma de
gestión estratégica otorga muchos beneficios al colectivo, pero también a
quienes la llevan a cabo. Ser ciudadano corporativo construye una imagen
favorable en el entorno, fideliza a los clientes y fortalece la presenta de la
organización en el mercado. Es un ganar, ganar.
Los
directivos de las empresas cuando toman decisiones con respecto a sus tareas
normales o extraordinarias impactan con sus consecuencias más allá de las
fronteras de las mismas. Afectan, es cierto, a lo interno y también lo hacen a
lo externo. Siendo sistemas abiertos complejos, constituidos por individuos,
las organizaciones se interrelacionan de modo constante con su entorno. Lo que
dentro de ella ocurre se refleja fuera de alguna manera. En menor o mayor
medida. Depende de la importancia, tamaño o influencia de la institución en la
sociedad. Acciones como cambio de estrategias, reducción de personal,
modificación de las características de los productos, traslado de la planta a una
nueva localidad, inversión en nuevos proyectos, entre otras, pueden ocasionar
un impacto en los resultados económicos del negocio, generar empleo o desempleo
o cualquier otro efecto y con ello trastocar la calidad de vida de una parte de
la población. En consecuencia, existe una responsabilidad social que se debe
tomar en cuenta en todo momento. Es un asunto de interés estratégico y es
necesario que se gestione como tal. Lo señala Duque Orozco et. al (2013), el
empresario además de buscar la maximización de los beneficios económicos como
único objetivo, debe prestar un apoyo integral a la comunidad con la cual tiene
un compromiso que supera el mero hecho de comercializar un bien o un servicio.
Es una visión que deja atrás el carácter utilitarista y pragmático de la
interrelación empresa-mercado. Esto resulta en un abordaje que lleva a la RSE
como mecanismo que conduce a una gerencia a una ética superior enfocada al
bienestar y solidaridad con el medio ambiente.
La RSE
abarca todo el conjunto de acciones de la organización. Ella se irradia de lo
interno a lo externo. Respeto, tolerancia, consideración, objetividad, igualdad
y el justo comportamiento debe constituirse como esencia de su ADN corporativo.
Fuera, el valorar a los clientes, tener trato transparente con proveedores y stakeholders y cuidar el medio ambiente
muestra lo mejor de su vida corporativa. Este manejo se sustenta en valores y
principios que conforman un entramado filosófico que se sostiene en la ética y
la moral. Es imposible la práctica sustentable y de largo plazo de la RSE si
solo se lleva a cabo por cumplir con normas impuestas desde el exterior, o
resulta de una moda o imposición de los directivos de turno. Se requiere que
esa búsqueda del bien común se instale en la cultura organizacional y sea parte
de su conducta autónoma.
Referencias bibliográficas
Loada, J. (2006). Moral el arte de
vivir. México: Ediciones Palabra, S.A.
Pérez, I. (s/f) Dimensión ética de la responsabilidad social de la empresa
con el medio ambiente. Cuba, Universidad de Cienfuegos.
Rojas, C. (2005). El asombro del
penar: La filosofía en el ámbito de la humanidad. San Juan, Puerto Rico:
Editorial Isla Negra.
Sánchez, A. (2009). Introducción a la
ética y a la crítica de la moral. Caracas: Vadell Hermanos Editores, C.A.
Warburton, N. (2000). Filosofía
básica. Madrid: Ediciones Cátedra (Grupo Anaya, S.A.)
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