Una Auditoría
de Estado es aquel examen, que debe ser objetivo y posterior a los hechos, que
efectúa un profesional capacitado o conjunto de ellos, generalmente al servicio
de un órgano de control fiscal, conocido como Contraloría General, si es
externo o Auditoría Interna si es propio de la institución. El mismo tiene como
propósito determinar el nivel de transparencia, economía, eficiencia,
eficacia y efectividad de las actividades, procedimientos y procesos
financieros, administrativos y técnicos, así como de los programas, proyectos y
planes que se ejecutan en los órganos, entes e instituciones que forman parte
de la administración pública.
Las Auditorías de Estado tienen diversas finalidades. Una de ella es determinar el cumplimiento de las disposiciones constitucionales, legales, sublegales y técnica por parte del auditado. También pretende examinar el grado de operatividad y eficiencia del sistema de control interno del objeto a evaluar. Con esto se pretende contribuir a fortalecer de ese sistema de control por medio de las recomendaciones que sean pertinentes. Adicionalmente, esta investigación busca indagar sobre la razonabilidad y exactitud de la información contable, presupuestaria y financiera del auditado. Asimismo, se propone analizar la eficacia, eficiencia, economía, calidad e impacto en la gestión de los recursos públicos, bajo la perspectiva del uso óptimo de los mismos. Por último, con la Auditoría de Estado se pretende constatar el grado de cumplimiento de los planes y objetivos que se traza el objeto auditado.
La Auditoría
de Estado como examen posterior debe cumplir un método de trabajo sistemático
que garantice la transparencia, objetividad y calidad de los resultados. Es
decir, esta clase de auditoría cuenta con protocolos, técnicas, pruebas y
herramientas de aceptación general que ofrece la seguridad razonable de la
veracidad de los hallazgos y opiniones que emite el auditor. Tanto los
hallazgos, como las opiniones del auditor se basan en evidencias que se
obtienen luego de un proceso de investigación que debe ser objetivo, sin sesgo
y ajustado a la ética profesional. De allí la importancia de los métodos y
técnicas que aplica el auditor.
Un proceso de
Auditoría de Estado debe cubrir varias etapas. La planificación es la primera
que debe ejecutar el auditor o su equipo. Le sigue el trabajo de campo, que es
el momento en el cual se efectúa propiamente el examen posterior con la
aplicación de los métodos, técnica y pruebas de auditoría. Continúa con la
emisión de los informes preliminares y definitivos, con los que se ofrece
información al auditado con respecto a los hallazgos más importantes. Por
último, concluye el proceso con la realización de una auditoría de seguimiento,
para verificar que las recomendaciones hayan sido implantadas.
De la planificación.
Antes de salir al campo, el equipo auditor debe planificar el proceso de
auditoría. Deben investigar a la institución que se auditará. Se debe conocer
su visión, misión, su estructura, sus procesos, su sistema de control interno,
así como los riesgos existentes. Ello exige un trabajo documental y de visitas
exploratorias. Con esta información el equipo auditor puede establecer el
objetivo general y los específicos, así como el alcance de la actuación fiscal.
También le será posible preparar el correspondiente PROGRAMA de auditoría, en
el cual se reseñan los procedimientos y técnicas, así como las pruebas de
cumplimiento y sustantivas necesarias para obtener las evidencias de auditoría.
El auditor y
su equipo debe considerar al momento de planificar su trabajo acatar los
principios de economía, objetividad, oportunidad y relevancia material. De
igual forma, debe tener presente que el costo del control nunca debe superar
los beneficios que se esperan de él.
Del trabajo de campo. En esta etapa se
procede a la aplicación de los procedimientos de auditoría previstos en el
programa de trabajo, que hace posible evaluar el control interno y los demás
elementos claves de la investigación. El propósito de esta fase, es la
obtención de las evidencias que soporten los hallazgos, básicos para emitir una
opinión profesional con respecto al objeto evaluado. En esta instancia se
aplican las pruebas de cumplimiento y las sustantivas. Para ellos se utilizan
un conjunto de técnica tales como: las verbales, oculares, físicas,
documentales y escritas, entre otras. El trabajo de campo exige que el auditor
y su equipo posean la experiencia, el conocimiento y la capacidad profesional
que le permita alcanzar los objetivos planteados dentro del proceso de
auditoría.
De los informes. Los resultados se
presentan por medio de dos informes: El preliminar y el definitivo. Con el
primero, el auditado recibe la información de los hallazgos que el auditor
obtuvo al realizar su labor de investigación. En esta instancia el auditado
tiene la posibilidad de demostrar si los hallazgos guardan relación con la
realidad de los hechos o no. Ello implica que puede oponer opinión, siempre y
cuando tenga medios probatorios sólidos y contundentes que permita desestimar
el criterio inicial del auditor. Generalmente esos elementos probatorios deben
ser evidencia físicas, documentales o de cualquier índole que justifique sin
lugar a duda el intento del auditado por desvirtuar el, o los hallazgos. En este sentido, una opinión, queja o
desagrado jamás será un medio para desincorporar un hallazgo del informe
preliminar. Luego de un tiempo prudencial de espera, en Venezuela son 10 días
hábiles, este informe se considera definitivo, para lo cual se agregan las
conclusiones y recomendaciones. Estas últimas serán objeto de un seguimiento,
que se realiza en la etapa final del proceso de Auditoría de Estado.
Del seguimiento. Una vez que se entrega el
informe definitivo, el auditado debe generar un PLAN DE ACCIONES CORRECTIVA.
Este plan lo revisa y aprueba el órgano de control fiscal externo o
interno, según sea el caso. La aprobación dependerá de la pertinencia de las
acciones correctivas con respecto a las recomendaciones que se realizan en el
informe definitivo y de la viabilidad de su cumplimiento. Una vez transcurrido
un plazo prudencial, el auditor y su equipo proceden a realizar una auditoría
de seguimiento con el propósito de detectar hasta qué punto el auditado acató
las recomendaciones que se realizaron en su oportunidad.
Al final, la
Auditoría de Estado tiene sentido si se cumple con la etapa final y se logra
que se implanten las recomendaciones que se originan del informe final. De
fallar este objetivo continuarán las falencias dentro de la administración
pública en detrimento de los ciudadanos. No obstantes, se debe recordar que de
acuerdo a la características de los hallazgos, de las consecuencia de los
mismos sobre la transparencia, pulcritud, economía, eficiencia, eficacia y
efectividad en el manejo de los recursos públicos y que se traduzcan en
inobservancia de las leyes y normas, ello supondrá el inicio de procedimientos
administrativos sancionatorios para quienes incurrieron en dicho desacato. De
acuerdo a la gravedad de los hechos esas acciones sancionatorias, que en
principio son administrativas, puede derivar en medidas penales. Por tanto, la
calidad de las evidencia como medio probatorio cobra un protagonismo único.
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