La emisión de estos fondos, en la cuantía que se señala en el siguiente cuadro resultó altamente inflacionario debido a que no estaba respaldado con la correspondiente producción de bienes y servicios Debe recordarse que Venezuela se encuentra en una profunda depresión económica desde al año 2014, cuando comenzó a experimenta una constante caída del producto interno bruto (PIB), que es la cantidad de bienes y servicios que produce una economía en periodo determinado. Al cierre del año 2019, el PIB se había contraído en una cifra superior al 60%. Incrementar la liquidez monetaria, estimula de manera directa la demanda agregada, que debería ser seguida por un aumento de la producción de todos los agentes económicos encargado de ello, estos es la oferta agregada, resultaría en un crecimiento de la renta nacional (PIB), manteniendo el nivel general de precios (inflación) estable, e incluso pudiera bajar si la oferta, o la producción, superara la demanda.
En Venezuela, un incremento de la demanda agregada no se traduce en un estímulo a la oferta agregada, por diversas razones. Algunas de las cuales son la destrucción de aparato productivo, relacionado a la desaparición de miles de empresas en los últimos 20 años. Falta de confianza en los hacedores de políticas públicas. Así como la existencia de un modelo económico y político poco propicio para incentivar la asunción de riesgo por parte de los agentes encargado de generar los bienes y servicios que requiere el país.
Otro factor que atenta contra el incremento de la producción es la falta
de inversión del sector privado, quienes ante los altos niveles de
incertidumbre que existe en el país se enfrentan a riesgos múltiples que resultan
muy difíciles de cubrir ante la existencia de un gobierno que posee clara
aversión por el sector empresarial. El conjunto de leyes y normas de control
así lo confirman. Todo ello agravado por la sanciones emitida por el gobierno
norteamericano que afectan de manera directa e indirecta a la economía
venezolana. Se comenta de las inversiones que el sector privado deja de
realizar, debido a que el sector público carece de los recursos necesarios para
realizar sus propias inversiones. Ello debido al deterioro del sector petrolero
que históricamente fue su principal fuente de ingresos.
Todo este escenario crea el marco probatorio que permite afirmar que la
liquidez monetaria no cuenta con el respaldo suficiente en bienes y servicios
que la haga independiente al incremento de la inflación. Esto es importante
señalarlo, debido a que el gobierno, quien es el responsable de la emisión
monetaria, justifica el incremento de precio en el expediente de lo que ellos llaman
“Guerra Económica”, que es una suerte de empresarios unidos, dispuestos a
autodestruirse, a quedarse en la ruina, con el fin último de derrocar al gobierno.
A ese sector empresarial se le achaca que los precios suben porque son
especuladores, además de acampadores y mercenarios económicos. Todo un abanico
de adjetivos que acompañan el discurso político, que al final es poco estimulante
para los responsables de producir en un ambiente tan hostil.
Se ha comprobado suficientemente la correlación
directa entre la liquidez monetaria emitida en exceso y el incremento general y
sostenido de precios. Existe suficiente evidencia empírica al respecto. En
Venezuela, ello también es así. Como se puede verificar la gráfica anterior, se
constata como al movimiento del crecimiento de la liquidez monetaria la
acompaña el incremento mensual de los precios, es decir de la inflación. De
diciembre del 2018 a marzo de 2020, según el Banco Central de Venezuela, los
precios han sufrido una variación del 21.595,88%. Ello indica que el aumento de
la liquidez para atender políticas generadas por el gobierno, en lugar de
favorecer al colectivo lo que genera en realidad es destrucción de la calidad
de vida del venezolano. Tal es la realidad, que en Venezuela el salario mínimo
integral, al inicio del mes de mayo no supera los US$.5,00.
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