La Norma Internacional de Contabilidad número 7 (NIC 7), titulada “Estado de flujos de efectivo”, es una de las normas emitidas por el International Accounting Standards Board. La misma establece un marco para la presentación del estado de flujos de efectivo, cuyo objetivo principal es proporcionar información sobre la generación y utilización del efectivo y equivalentes de una entidad durante un período determinado. Un aspecto crucial de esta norma es la clasificación de los flujos de efectivo en tres actividades principales: explotación, inversión y financiación. Esta clasificación, lejos de ser un mero tecnicismo contable, ofrece información para la toma de decisiones de los usuarios de los estados financieros. Este estado financiero es crucial para evaluar la capacidad de una empresa para generar efectivo y gestionar su liquidez, permitiendo a los usuarios tomar decisiones informadas sobre su situación financiera.
Según la NIC 7, el efectivo de una empresa corresponde a los saldos que maneja en su caja y en los depósitos bancarios a la vista o plazo, siempre que sean de fácil convertibilidad en una cantidad determinada de efectivo y que esté sujeta a un riesgo poco significativo de cambios en su valor. Además, como equivalente en efectivo se consideran las inversiones de corto plazo cuando las mismas se estimen de bajo riesgo de fluctuación de precios, por lo cual su valor de liquidación resulta previsible. Asimismo, que la posibilidad de vender o redimir en cualquier momento no presente dificultades. Se debe tener en cuenta que el propósito de los equivalentes al efectivo es para cumplir con compromisos de pago a corto plazo y no para fines de inversión a largo plazo. En tal sentido, un plazo de colocación o inversión de tres meses o menos, estimado desde la fecha de adquisición, se considera prudente. Algunos ejemplos comunes de equivalentes al efectivo son las inversiones en depósitos a plazo fijo a corto plazo y las cuentas del mercado monetario. Por último, Las participaciones en el capital de otras empresas, como las acciones, por lo general, se excluyen, a menos que sean, en esencia, equivalentes al efectivo. En estos casos se tienen las acciones preferentes con vencimiento próximo y fecha de reembolso determinada.
La NIC 7 proporciona información sobre los movimientos de efectivo y sus equivalentes. Esta norma busca que las corporaciones presenten un estado de flujos de efectivo que clasifique estos movimientos en tres categorías: actividades operativas, actividades de inversión y actividades de financiación. La información resultante es fundamental para que los usuarios evalúen la capacidad de la entidad para generar efectivo y cumplir con sus obligaciones financieras.
Cada categoría de actividad ofrece una perspectiva diferente sobre el rendimiento y la situación financiera de la entidad. Así, las operaciones de explotación u operativas representan los flujos de efectivo que reflejan las transacciones que originan los ingresos normales para la compañía. Constituyen la fuente de ingresos ordinarios fundamentales. Los mismos provienen de transacciones y otros movimientos financieros relacionados con las operaciones principales. Incluyen las transacciones que se vinculan con las operaciones centrales del negocio, como, por ejemplo, cobros por la venta de bienes y la prestación de servicios, cobros por regalías, cuotas, comisiones y otros ingresos ordinarios, pagos a proveedores por el suministro de bienes y la prestación de servicios, pagos a empleados y por cuenta de los mismos, entre otros. Este apartado proporciona información sobre la sostenibilidad y rentabilidad del negocio. Un flujo de efectivo neto positivo que proviene de actividades de explotación indica que la empresa genera suficiente efectivo para financiar sus operaciones, pagar sus deudas a corto plazo y distribuir dividendos a sus accionistas.
Por su parte, Las actividades de inversión son las que originan cambios en la composición y tamaño del patrimonio de la empresa. También incluyen el endeudamiento asumido por la corporación. Las mismas se conforman por los flujos de efectivo de inversión que se vincula con la adquisición y venta de activos a largo plazo. Algunos ejemplos son: propiedades, planta y equipos, también los cobros por la venta de material inmovilizado, activos intangibles y otros activos a largo plazo, anticipos de efectivo y préstamos a terceros, salvo que quienes realizan esta actividad sean entidades financiera, entre otros. Este apartado muestra cómo la organización gestiona sus recursos para generar beneficios futuros. Un flujo de efectivo neto negativo en operaciones de inversión puede señalar que el negocio está invirtiendo en su crecimiento a largo plazo, mientras que un flujo neto positivo puede sugerir la realización de inversiones pasadas o una estrategia de desinversión.
Por último, las actividades de financiamiento se relacionan con los flujos de efectivo de financiación que reflejan las decisiones de la entidad sobre su estructura de capital, mostrando cómo se financia la empresa y cómo gestiona sus obligaciones con sus acreedores y accionistas. Este apartado es fundamental para los usuarios porque les ayuda a predecir las necesidades de efectivo para cumplir con sus obligaciones hacia quienes suministran recursos. Incluye la emisión de acciones y el pago de dividendos, pagos a los propietarios por la adquisición o la recompra de acciones de la entidad, reembolsos de los fondos tomados en préstamo, entre otros. Un análisis de estos flujos puede revelar el nivel de endeudamiento de la empresa, su política de dividendos y su capacidad para obtener financiación externa.
Según la norma presente, existen dos métodos para presentar el estado de flujo de efectivo proveniente de actividades operativas: el directo y el indirecto. El primero, detalla las entradas y salidas brutas de efectivo, proporcionando una visión clara de las principales categorías. El segundo, comienza con la utilidad neta y ajusta por partidas no monetarias y cambios en cuentas operativas, lo que permite derivar el flujo neto de efectivo. Ambos métodos ofrecen ventajas y desventajas, pero el uso del método directo se prefiere por su claridad. La Norma Internacional de Contabilidad número 7 (NIC 7) sugiere utilizar el método directo cuando sea posible, debido a su valor informativo superior en la proyección de flujos futuros
Las diferencias entre ambos métodos para presentar el estado de flujos de efectivo son notables y afectan la forma en que se reporta la información financiera. El método directo muestra las entradas y salidas de efectivo de manera clara y detallada. Es decir, presentan de forma separada los principales rubros de cobros y pagos en términos brutos. Ello permite a los usuarios observar con mayor exactitud cuánto efectivo se recibió y cuánto se pagó. Dicho método requiere registros contables precisos y es más útil para estimar flujos de efectivo futuros, ya que refleja transacciones reales. El método directo proporciona una presentación más clara y precisa de los flujos de efectivo
En contraste, el método indirecto comienza con la utilidad o pérdida neta y se ajusta esta cifra por partidas no monetarias, por los diferentes rubros de pagos diferidos y acumulaciones que se asocian a los cobros y pagos del pasado o futuros. Se agregan las cuentas de pérdidas o ganancias que se relacionan con los flujos de efectivo de operaciones clasificadas como inversión o financiamiento. Ahora bien, esta forma de elaboración puede complicar su comprensión de los usuarios. La elección entre dichos métodos depende de las necesidades informativas de la entidad y sus interesados. El método indirecto ofrece un enfoque más integrado con los resultados financieros generales, aunque con mayor complejidad.
Se debe aclarar que la NIC 7 no solo establece la clasificación de los flujos de efectivo, sino que también proporciona directrices para la presentación del estado de flujos de efectivo, incluyendo la conciliación con el efectivo y equivalentes al efectivo en el estado de situación financiera. De igual modo, la norma aborda consideraciones de los flujos de efectivo en moneda extranjera, intereses y dividendos, impuestos sobre las ganancias, inversiones en otras entidades y transacciones no monetarias.
Cuando se usa de forma conjunta con el resto de los estados financieros, el estado de flujos de efectivo se considera una herramienta básica para evaluar la capacidad de la entidad de generar efectivo y sus equivalentes. Ayuda a comprender las necesidades de la corporación sobre el uso de esos flujos. También facilita analizar los cambios en los activos netos de la empresa. Además, suministra información con respecto a la estructura financiera de la compañía, su solvencia y liquidez, así como su capacidad para proveerse flujos de efectivo futuros. Asimismo, posibilita a los usuarios desarrollar modelos para evaluar y comparar el valor actual de los flujos de efectivo futuros de diferentes empresas. Se agrega que permite la comparación de la información sobre el rendimiento de los resultados de diversas organizaciones, debido a que se eliminan los efectos de utilizar distintos tratamientos contables para las mismas transacciones y registros similares.
El análisis del estado de flujos de efectivo proporciona una visión detallada sobre cómo una corporación gestiona sus finanzas de corto plazo, en especial su tesorería y disponibles. A diferencia del estado de posición financiera o el de resultados, este informe permite a los usuarios evaluar la capacidad inmediata para generar efectivo, lo cual es vital en un entorno empresarial competitivo donde la liquidez puede determinar la viabilidad operativa de cualquier negocio. El manejo eficiente y eficaz de los ciclos de negocios de corto plazo constituye una muestra de la salud operacional de la organización. Tener la capacidad de responder de inmediato a las exigencias propias y de terceros asegura la supervivencia de la compañía y minimiza algunos riesgos, dentro de los que se cuenta el de quiebra. Ello ofrece tranquilad a los inversionistas e interesados legítimos. Situación que fortalece la imagen corporativa de la entidad y posibilita asegurar mayor soporte para su operatividad futura.
En conclusión, la NIC 7 señala la normativa que regula la presentación del estado de flujos de efectivo. Dicho documento contable tiene el objetivo de proporcionar información sobre la generación y uso del efectivo y sus equivalentes en una empresa. Esta norma clasifica los flujos de efectivo en tres actividades principales: operativas, de inversión y de financiación, lo que permite a los usuarios evaluar la capacidad de la corporación para generar efectivo y cumplir con sus obligaciones financieras. Cada categoría ofrece perspectivas distintas sobre el rendimiento financiero, lo cual facilita entender cómo se producen los ingresos, se realizan inversiones y se gestionan las obligaciones con los acreedores. Además, esta NIC permite dos métodos para presentar las acciones operativas. El primero, se conoce como método directo, que detalla las entradas y salidas de efectivo. El segundo, el método indirecto, que ajusta la utilidad neta para reflejar los flujos de efectivo. Aunque ambos tienen sus ventajas y desventajas, el directo se prefiere por su claridad. En conjunto con otros estados financieros, el estado de flujos de efectivo proporciona una visión integral sobre la gestión financiera del negocio. Situación que permite a los usuarios evaluar su liquidez y solvencia en un entorno empresarial competitivo.”
Fuente:
Norma Internacional de Contabilidad número 7 (NIC 7. “Estado de Flujos de Efectivo”
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