Las empresas deben comprender la relevancia de disponer del flujo de efectivo como instrumento de administración en un mercado como el venezolano. Un país que sufre distorsiones en la economía, devaluaciones constantes y una fuerte presión fiscal. Todo esto impacta de manera significativa en la habilidad de cualquier organización para subsistir. Por lo tanto, es vital gestionar de modo correcto el ciclo de efectivo. En este contexto, conviene evaluar los plazos entre cuando pagan sus obligaciones y cuando cobran sus deudas. Ello con el objetivo de prevenir desequilibrios riesgosos en el flujo de efectivo. Las compañías deben centrar su atención en la gestión de sus recursos a corto plazo (Ross et al., 2000). Allí radica buena parte de su éxito en el desempeño dentro de un ambiente complejo, lleno de incertidumbre y riesgos. Justamente, la gerencia racional de la tesorería, los inventarios, las compras, la producción y los compromisos es un aspecto al cual se le debe dar la máxima prioridad. Es una actividad empresarial que se debe tratar con sumo cuidado.
Es crucial diseñar y utilizar estrategias racionales de crédito y cobranzas para optimizar las posibilidades de recaudación y prevenir demoras que puedan deteriorar el valor de las cuentas por cobrar (Ross et al., 2000). Además, resulta fundamental mejorar los pagos a los proveedores y establecer sólidos vínculos que faciliten la negociación de condiciones ventajosas y en concordancia con el ciclo de efectivo de la compañía. A numerosas entidades, los clientes demandan tiempos de pago más extensos, mientras que los proveedores exigen pagos inmediatos, lo que ocasiona un problema de desbalance de efectivo o de ciclos de cobro prolongados. Frente a esta situación, se debe aplicar políticas rigurosas de crédito y cobranza. Esto incluye un seguimiento diario de las cuentas por cobrar e incentivar los pagos anticipados o de contado con el fin de fortalecer el flujo de efectivo. Por ejemplo, Según señala Back (1990), ofrecer descuentos por pronto pago podría acelerar la recuperación del capital invertido.
Uno de los componentes fundamentales en la administración financiera es el manejo eficaz de las reservas operativas (Block y Hirt, 2001) Tener fondos calculados de manera estratégica ofrece un margen de seguridad que posibilita a las organizaciones reaccionar de forma rápida ante situaciones inesperadas, evitando el exceso de liquidez que puede disminuir su valor con el paso del tiempo. Este método equilibrado ayuda a maximizar los recursos, prevenir la inmovilización de capital, lo que permite incrementar el rendimiento. Además, es fundamental elaborar proyecciones minuciosas y simulaciones de diferentes escenarios que prevean fluctuaciones en los costos de operación y eventuales alteraciones en las condiciones del mercado. Estas herramientas estratégica permiten a las empresas tomar decisiones lógicas y adaptar sus estrategias ante fluctuaciones económicas, manteniendo la estabilidad y la capacidad de respuesta. Entonces, la combinación de reservas operativas inteligentes y planificación prospectiva fortalece la situación financiera y la sostenibilidad a largo plazo de la organización.
Con la gestión del efectivo, las empresas buscan contar con recursos líquidos en el nivel disponible más bajo posible (Ross et al., 2000). Es decir, tener en sus cuentas solo lo que se necesite para atender las exigencias de sus operaciones. Por ejemplo, para pagar nómina, sus compromisos de pronto vencimiento u otros propios de sus actividades de negocios. En este sentido, señala Ross et al. (2000), que ese objetivo de optimización de los saldos de efectivo se topa con dos variables o criterios de decisión fundamentales. El costo de oportunidad de mantener dinero ocios o excedentario y los costos comerciales. El primero se asocia con la pérdida experimenta la compañía por tener fondos sin uso que dejan de producir intereses si se invirtieran en algún instrumento financiero. Con respecto al comercial, este trata de la posibilidad de dejar de responder a los requerimientos de los proveedores y demás interesados en un momento dado por no disponer efectivo suficiente.
Por otro lado, las empresas venezolanas enfrentan retos significativos debido a la persistente devaluación del bolívar, lo cual impacta de modo directo en el valor de sus recursos líquidos y genera un entorno de volatilidad monetaria complejo de gestionar para los equipos de tesorería. Ante este panorama, resulta imperativo adoptar acciones que protejan el valor del capital y reduzcan la exposición a riesgos financieros. Una de las medidas más efectivas es transformar con prontitud la liquidez en activos productivos que no solo conserven, sino que aumenten el valor de la inversión a lo largo del tiempo. Asimismo, se considera una estrategia lógica la diversificación en divisas, como el dólar americano o el euro, junto con la compra de activos financieros que mantengan su valor, como papeles comerciales o pagaré bursátil, para atenuar los impactos negativos de la devaluación. Con esto se preserva el patrimonio corporativo y posibilita a las organizaciones funcionar con mayor seguridad y predictibilidad en un ambiente económico inestable.
En la actualidad el sector empresarial venezolano tiene un acceso limitado a fuente financiamiento bancario. Estas restricciones en el sistema financiero dificulta la posibilidad de obtener crédito formal para atender los requerimientos de corto, mediano y largo plazo que tienen las entidades de negocios del país. Situación que retrasa su crecimiento y desarrollo, e incluso, las ponen en riesgo de quiebra. : Es por tal circunstancia, que los afectados buscan optimizar la gestión interna de su capital de trabajo y mantener un control riguroso del flujo de caja. Por ello, tratan de contar con un sistema de presupuestos de flujo de caja que permita anticipar necesidades y evitar sorpresas financieras costosas. Se debe contar, en todo momento, con recursos líquidos para atender las exigencias que las operaciones imponen. En la realidad presente de la economía de Venezuela un estado de insolvencia o iliquidez resulta en un grave peligro de supervivencia de cualquier corporación.
La inflación en Venezuela representa un desafío constante para las empresas, debido a que el alza persistente y abrupta de los costos operativos puede comprometer la liquidez y viabilidad financiera de las operaciones. En esta situación, es fundamental asumir medidas que fortalezcan la habilidad de gestión empresarial. Una de las estrategias clave es el manejo racional de las reservas operativas que proporcionen un respaldo suficiente para responder a las fluctuaciones en los costos sin inmovilizar capital de forma ineficiente. Además, diversificar las fuentes de abastecimiento es determinante para minimizar la dependencia de un solo proveedor, lo que reduce la vulnerabilidad ante posibles interrupciones o aumentos desmedidos en los precios de los insumos. Adoptar una perspectiva preventiva y proactiva en la gerencia de inventarios posibilita anticipar y reducir los impactos de las variaciones de costos. Con ello se garantiza una mayor estabilidad y continuidad operativa en un entorno inflacionario desafiante. Este enfoque integrado protege la liquidez y promueve una administración financiera más sólida y adaptable.
Por otra parte, sin un flujo de caja saludable, se pierde la capacidad de aprovechar oportunidades de mercado. Por ejemplo, la empresa debe desarrollar estrategias financieras que permitan una reacción rápida ante ofrecimiento de descuento por volumen que pudieran otorgar los proveedores. Asimismo, debe establecer mecanismos de compras estratégicas que posibilite reducir costos por volumen o pedidos. En tal sentido, diseñar y generar políticas, normas y procedimientos formales para las adquisiciones es fundamental (Back, 1990). De igual modo, la flexibilidad financiera facilita utilizar las ventajas que se pueden lograr en un entorno competitivo. Se debe tener presente que la habilidad de gestionar de manera eficiente el flujo de caja ayuda a construir un negocio sostenible, rentable y capaz de crecer en medio de las crisis que se generan en su entorno. En un ambiente tan volátil como el venezolano, este manejo es lo que determina sobrevivir y prosperar. Por tanto, más allá de consideraciones operativas la gestión de caja debe verse, en tiempos de crisis, como un aspecto estratégico de la compañía.
La implantación de cambios estratégicos en la gestión del flujo de caja puede tener un impacto positivo en la salud financiera de la empresa (Ross et al., 2000). Desde el diseño y utilización de políticas comerciales que se adapten al entorno de crisis hasta la optimización del inventario y la diversificación de proveedores, existen acciones concretas que pueden contribuir a robustecer la liquidez y la sostenibilidad de un negocio. Es conveniente evaluar la pertinencia de medidas como el descuento por pronto pago o el establecimiento de requisitos de créditos más estricto que pueden mejorar el ciclo del efectivo (Block y Hirt, 2001). A ello, se le pudiera agregar la diversificación de proveedores que posibiliten mejores términos o alternativas de pago, así como el control de la rotación de los inventarios y la gestión eficiente de los mismos con el fin de reducir los costos de mantenimientos. Por último, el uso de presupuesto o proyecciones de efectivo, aunado al seguimiento del flujo de caja de corto plazo se considera esencial para actuar de forma proactiva y lograr responder con eficiencia ante los imprevistos del mercado.
En conclusión, en el entorno económico venezolano, la gestión del flujo de caja no es solo una herramienta financiera, sino un imperativo estratégico. Las entidades se deben enfocar en entender y optimizar su ciclo de efectivo, gestionar cobranzas de manera racional, mantener reservas óptimas y desarrollar proyecciones con diversos escenarios. Resulta básico que las empresas evalúen y analicen de modo detallado su situación financiera. En tal sentido, deben identificar áreas de mejora en la administración del flujo de caja y generar un plan de acción específico para abordar los problemas de liquidez. La profesionalidad y la estrategia en la gerencia del efectivo no son opcionales, son indispensables si se desea asegurar la supervivencia y el crecimiento sólido de la entidad en un ambiente tan volátil como el actual. Solo así, las compañías podrán construir negocios sostenibles y superar las crisis financieras de forma efectiva.
Referencias
Back, P.L. (1990). Gestión de tesorería de empresas. Ediciones Díaz De Santos, S.A
Block, S.; y Hirt, G. (2001). Fundamento de gerencia financiera. 9na. Ed. McGraw-Hill Interamericana Editores, S.A. de C.V.
Ross, S.; Westerfield, R.; y Jaffe, J. (2000). Finanzas corporativas. 5ta ed. McGraw-Hill Interamericana Editores, S.A. de C.V.
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