La
teoría de control interno que ampara el presente escrito proviene del informe
COSO (Committee of Sponsoring Organizations- dependiente de la comisión
parlamentaria Treadway de EE.UU). Dicho documento fue publicado en EEUU en el
año 1992. Según Rebaza y Santo (2015), ese documento fue producto de la
necesidad surgida por los procesos de integración de la economía mundial que
requería de un modelo integrador de las diferentes prácticas de control interno
existente a la fecha. Fue un intento de crear un marco conceptual que
permitiera la operacionalización de las herramientas del control interno. A
través del COSO se pretendió crear un modelo estándar que permitiera la
evaluación del control interno, estableciendo las mejores prácticas para su
diseño e implantación en las organizaciones.
De acuerdo a Viloria (2005) y Mantilla (1998)
el modelo teórico COSO, el control interno se encuentra estructura en cinco
componentes: el ambiente de control, la evaluación de riesgo, las actividades
de control, la información y comunicación y supervisión, seguimiento o
monitoreo.
El
ambiente de control. El control interno debe fundamentarse en una actitud
ética, honesta y transparente de los miembros de la organización, comenzado por
los líderes de la misma. El control debe ser visto como un mecanismo de
mejoramiento continuo, que permite minimizar riesgos y en el que cada individuo
aporta soluciones importantes. Para Estupiñan (2006) el ambiente de control “es
el elemento que proporciona disciplina y estructura…se determina en función de
la integridad y competencia personal de una organización; los valores éticos
son elemento esencial que afecta a otros componentes de control” (p. 4). En
ello coincide la firma Coopers & Lybrand (2007), quienes afirman que la
mencionada variable o componente influye de manera importante en la creación de
una conciencia de control en el personal, es un modelador del comportamiento
organizacional y fortalece la disciplina institucional.
El
ambiente de control se encuentra asociada a la cultura organizacional de la
organización. El control interno debe fundamentarse en esas creencias, actitud,
valores y aceptación por parte de sus integrantes de la institución. Sin
embargo, debe reconocerse que para la existencia de un ambiente de control
propicio es necesario que la dirigencia predique con el ejemplo. Muy poco
efecto tendría el diseño de un sistema de control interno que sea inobservado
desde la cumbre de la organización, lo cual ocurre con frecuencia. Según Rebaza
y Santos (2015), el ambiente de control tiene como pilares fundamentales la
integridad, los valores éticos y la propia estructura organizativa.
Para
Mantilla (1998), el ambiente de control “consiste en la integridad, los valores
éticos, y la competencia del personal de la entidad, así como la filosofía y el
estilo de operación de la administración” (p. 9). El autor en referencia se
refiere al “tono en los alto”, lo cual significa que las máximas autoridades,
debe propiciar con el ejemplo la existencia de un ambiente propicio para el
fortalecimiento del control interno de los procesos, situación que redunda en
beneficio de la organización y de todos sus integrantes.
Con
respecto al “tono en los alto”, White y Prywes (2010), mencionan una
investigación desarrollada en la Universidad de Michigan, EEUU, la cual estuvo
enfocada en el estudio del control interno de un conjunto de empresas
estadounidenses. Explican los autores que los resultados de la investigación
mostraron un factor preponderante que afectaba la eficiencia del control
interno en cualquier organización. Ello lo llamaron “el tono en la cúpula”. Al
respecto comentaron que “los empleados tiene que saber que sus líderes esperan
que se rijan por normas transparentes de integridad y por las políticas y
procedimientos establecidos, de lo contrario sufrirán las consecuencias. Por
ello, se le pedirá cuentas” (p. 58). Un fuerte liderazgo enfocado en el control
interno como un valor intrínseco, es una condición importante para el
fortalecimiento de la gestión administrativa. Poco se les puede requerir a los
integrantes de un cuerpo social si sus dirigentes ofrecen ejemplo de actuación
que distan de la moral y la ética.
El
ambiente de control influye de manera decisiva en la forma como la organización
diseña sus actividades, debido a que impacta los objetivos y metas, en cuanto a
la posibilidad de alcanzarlos. Las instituciones con sólidos sistemas de
controles internos, lo son por tener a personas involucradas, con clara
conciencia de su importancia en la organización y de su responsabilidad en el
éxito de la misma. Poseen fuerte arraigo y compromiso institucional, siendo
parte de una cultura organizacional en el que control es un componente de ella.
En fin, hacen gala de un tono por lo alto positivo: el ejemplo de la moral,
integridad y la ética desde arriba.
La
evaluación riesgo. La organización para ejecutar sus actividades rutinarias
debe enfrentar diversos riesgos financieros, de mercados y operacionales, entre
otros. Unos alimentados por circunstancia externas y otras internas. Ahora
bien, un riesgo puede definirse como la probabilidad de que ciertos objetivos
no sean alcanzado (Viloria, 2005). Por su parte, Rebaza y Santos (2015) afirman
que esa posibilidad obstruccionista a los objetivos deseados puede originarse
por eventos internos y externos. Las causas que impiden el logro de los
objetivos organizacionales pueden ser diversas, pero es necesario que ellas
sean identificadas, previstas, conocidas y por supuestos afrontadas. De allí
radica la importancia de la evaluación de los riesgos.
Los
riesgos deben ser administrados con el propósito de minimizar su impacto en la
organización, pero para ello es necesario evaluarlos, lo cual a su vez requiere
que sean adecuadamente identificados y analizados. Los riesgos deben asociarse
con las metas y objetivos que ponen en peligro, debido a que ellos merecen los
mayores esfuerzos y atención. Debe recordarse, que administrar tiene sus
costos, por lo cual el manejo de los riesgos debe efectuarse con criterios de
economía y eficiencia.
Evaluar
los riesgos implica su identificación y análisis, “que se relaciona con el
logro de los objetivos; la administración debe cuantificar magnitud, proyectar
su probabilidad y sus posibles consecuencia” (Estupiñan, 2006: p. 6).
La
evaluación de riesgo debe conllevar al establecimiento de políticas de
administración que permita su manejo, para ello es necesarios establecer
las normas y procedimientos para que
haga posible de manera lógica identificar los riesgos, cuantificarlos, valorarlos
y minimizarlos.
Las
actividades de control. Al respecto Coopers & Librand (1997), menciona que
las actividades de control se refieren a “las políticas y los procedimientos
que ayudan a asegurar que se llevan a cabo las instrucciones de la dirección.
Ayudan a asegurar que se toman las medidas necesarias para controlar los
riesgos relacionados con la consecución de los objetivos” (p. 5). Cada acción
que se lleva a cabo en la institución tiene aparejado las correspondientes
actividades de control. Desde la más simple transacción hasta la más compleja,
son objeto de mecanismos de control interno: una firma, un sello, una revisión,
una conciliación o una autorización, son ejemplo de ello.
Actividades
de control bien diseñadas y por supuestos, respetadas y justamente aplicadas,
minimizan de manera considerable la exposición de los riesgos. De allí su
importancia para la institución.
De
acuerdo a Estupiñan (2006), las actividades de control se clasifican en:
“Controles
preventivos
Controles
detectivos
Controles
correctivos
Controles
manuales o de usuarios
Controles
de cómputos o de tecnología de información
Controles
administrativos” (p. 7)
La
información y la comunicación. Un sistema de control interno eficiente debe
permitir el manejo adecuado de la información que se genera en los procesos.
Debe ser posible obtener, analizar y suministrar información que sea útil,
oportuna y pertinente para los miembros de la organización y que permita que
los mismos ejecuten sus actividades y cumplan sus responsabilidades de acuerdo
a lo que se espera de ellos.
Resulta
importante para las organizaciones tener una perspectiva clara de lo que
representa la información y la comunicación. Ellas son elementos que permite la
generación de conocimiento que coadyuva al crecimiento y desarrollo de las
mismas. En el medio interno y externo de la organización existen infinidad de
datos, que estando aislados no agregan valor, pero siendo manejados, combinados
y transformados de acuerdo a determinados objetivos, son convertidos en
información, la cual por medio de un proceso de análisis crítico permite
obtener el conocimiento necesario para fortalecer la comunicación institucional
y la toma de decisiones.
En
los procesos generados por las operaciones de la organización, debe existir
mecanismo que permitan de manera oportuna verificar que los resultados se están
alcanzando según lo esperado. De constatarse alguna desviación el sistema de
información debe ser capaz de señalarlo, permitiendo que se tomen los
correctivos necesarios. Ese mismo sistema de información debe posibilitar la
comunicación clara, transparencia y ágil de los involucrados en el proceso o
procedimiento objeto de control.
Es
necesaria la existencia de un sistema de información que permita, en tiempo
real, el manejo de reporte e informes útiles para la toma de decisión.
Supervisión,
seguimiento o monitoreo. Las actividades que rutinariamente se ejecuta en una
organización y las cuales con objeto del sistema de control interno, deben ser
monitoreadas constantemente para verificar que el mismo esté funcionando adecuadamente,
es decir que funcione según lo planificado. Esta situación es imprescindible
para el manejo de los riesgos.
De
lo antes señalado se desprende que el monitoreo y seguimiento del control
interno es un proceso continuo y periódico que permite su evaluación constante,
con lo cual se logra establecer cuál es el nivel de funcionamiento del mismo.
Todo ello permite, en caso de ser necesario, tomar los correctivos que sean
necesarios.
El
mantenimiento de un sistema de supervisión y seguimientos de los controles
internos es muy importante en entornos dinámicos, en los cuales los cambios son
cada vez más acelerados. Esos cambios, ponen en riesgo de obsolescencia a
cualquier mecanismo de control. Acciones eficientes en el pasado, pueden no
serlo en el presente, por lo cual conveniente estar atento a ello, para ajustar
cuando sea necesario, hecho que asegura que el cumplimiento de los objetivos y
la salvaguarda de los activo sea posible.
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