viernes, 16 de octubre de 2020

Deuda Pública de Venezuela-Per Cápita


Venezuela exhibe una deuda pública sustancial si se compara con su Producto Interno Bruto (PIB). La deuda venezolana es el conjunto de pasivos tanto de la República como de Pdvsa, que el Estado asume como parte de su responsabilidad de pago. Se estima que al cierre del año 2019 la deuda total del país con respecto a su PIB fue de más del 140%. Al finalizar ese periodo la deuda se contabilizaba superior a los US$.150 millardos, mientras el que PIB se estimó en US$.62 millardos. Por su parte, el endeudamiento per cápita actualmente es de US$.5.003,00. Es decir, cada habitante del país, sin importar su edad, ni su participación en el hecho económico adeuda un monto significativo que en muchos casos no le ha beneficiado en nada. 

Según lo afirmaba el diputado de la Asamblea Nacional venezolana José Guerra, al cierre del año 1999, cuando asumió el poder Hugo Chávez, la deuda de Venezuela era de aproximadamente 30 millardo de dólares, por lo que al compararse con la cifra actual significa un crecimiento de la deuda en época de revolución de más del 400%. Lo interesante en este caso es que la mayor parte de ese endeudamiento poco sirvió para apuntarla el crecimiento y desarrollo económico del país, según se evalúa los resultados de la Venezuela actual. Muchos de esos recursos se utilizaron para financiar gasto social y muy poco para inversión de capital, que hubiese asegurado el fortalecimiento del país en cuanto a su infraestructura y su aparato productivo. Buena parte del gasto social, de cuyo rastro queda muy poco, fue utilizado con fines político-partidista, con carácter evidentemente populista. Recursos que se utilizaron para pagar misiones, bonos sociales y financiar el consumo exacerbado de buena parte de la población, sin la debida contrapartida del lado de la oferta nacional, más allá de la inmensa cantidad de recursos que se usaron para incentivar las importaciones improductivas, solo posible con un precio de petróleo elevado, que en muchos años superó los US$80,00 por barril. Una verdadera fiesta de despilfarro en época de bonanzas, que luego tocó asumir con una profunda crisis económica. 

A lo antes dicho se debe agregar que una cantidad importante de los recursos que se obtuvieron por esa deuda pública sirvió para financiar buena parte de la fuga de capital de país. Ello a pesar de existir un prolongado control de cambio que desde el año 2003 ha estado presente. Mucha de esa deuda fue a parar en las importaciones necesarias para atender una demanda agregada cada más creciente. Todo potenciado por un aparato productivo incapaz de generar los bienes y servicios necesarios para responder a ese exceso de consumo. Sector oferente que veía como por medio de las importaciones en condiciones especiales se atendía el mercado nacional, dejando de lado la producción nacional. Que además era impactada por férreos controles de precios, de distribución, de ganancia y otros tanto. Que al final hacían muy difícil hacer negocios en Venezuela. 

Esa deuda contraída por los gobiernos de la revolución socialista, o “Socialismo del Siglo XXI” como frecuentemente se autodenominan, tiene un peso fundamental en la Venezuela actual y la tendrá en el futuro. Hoy el país, producto de su crisis económica, es incapaz de responder por sus obligaciones financieras. Carece de la posibilidad real de generar el flujo de caja necesario para poder pagar los vencimientos de la deuda y menos sus intereses. Ello ha obligado al gobierno a declarar “default” en muchas de las acreencias vencidas, lo cual afecta la imagen internacional del país desde el punto de vista financiero. Todo esto le dificulta a Venezuela a acceder a los mercados internacionales para obtener nuevos recursos. Más allá de las sanciones impuesta al país, es indudable que sin esa variable, también le seria cuesta arriba al gobierno venezolano tener financiamiento externo en condiciones favorable. Actualmente esta nación muestra un riesgo financiero (riesgo país) muy elevado, por lo que cualquier tipo de préstamos sería sumamente costoso con garantía muy difícil de ofrecer.

Ante la tremenda crisis que vive Venezuela, que se manifiesta en una depresión económica que tiene más de seis años afectándola, contar con recursos financieros es fundamental para su posible recuperación. Es imprescindible nuevas inversiones y más endeudamiento por paradójico que parezca. La recuperación y el posterior crecimiento y desarrollo económico exige ingente cantidad de dinero fresco que solo se puede obtener en los mercados internacionales. Sin embargo, bajo el actual perfil financiero del país es casi imposible obtener esos fondos. Se necesita de un cambio profundo en la política venezolano, lo cual parece no vislumbrarse en el futuro cercano.

La deuda pública que los gobiernos de la revolución asumieron de forma ineficiente e irresponsable tiene perverso efecto sobre la presente generación y peor aún la futura. Una deuda per cápita de US$.5.003 significa que muchos venezolanos sin tener arte ni parte en esa vorágine de dinero deben sacrificar buena parte de su bienestar para contribuir con el pago de unas acreencias que al final no arrojaron ningún beneficio tangible al país. Atrás quedaron los días de consumos exacerbados, viajes, cupos, gastos suntuarios y la sensación de ser un país rico, o peor, un país de gente rica. Hoy el venezolano observa cómo su nivel de vida retrocede aceleradamente. En resumen, Venezuela adeuda cada vez más, pero sus habitantes viven cada día peor. Le tocará a los niños y jóvenes de hoy pagar lo que sus padres hicieron o dejaron de hacer por su país. 




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